20 de junio, día internacional de todos los refugiados

Hoy 20 de junio es el Día Internacional del Refugiado. La Asamblea General de las Naciones Unidas designó este día en 2001 para conmemorar el 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951. Desde entonces, el drama de los refugiados sigue siendo una constante y el número de personas desarraigadas no para de crecer.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) presentó ayer, como cada víspera de 20 de junio, su informe anual “Tendencias globales de desplazamiento forzado”, donde se recoge que, en este pasado 2016, el número de personas en el mundo forzadas a abandonar su hogar a causa de los conflictos armados y la persecución alcanzó su máximo histórico.

Una vez más, Siria sigue siendo el país con más desplazados del mundo con 12 millones de personas, casi dos tercios de su población. La magnitud del drama y la llegada masiva de refugiados sirios y de otras nacionalidades a las puertas de Europa los convierten en foco de atención de los medios de comunicación, las autoridades europeas y el resto de la sociedad civil del viejo continente, donde esta tragedia se ha utilizado incluso, para bien o para mal, como herramienta de propaganda política.

Con motivo del Día Internacional del Refugiado, plataformas ciudadanas y organizaciones sociales intentan, estos días, volver a hacer visibles sus demandas para los refugiados, y se puede decir que, con todo lo que nos llega desde Siria, consiguen sensibilizar a buena parte de la ciudadanía. Quizá parte de este relativo éxito responda a un intento por parte de nuestras sociedades de lavar nuestras conciencias.

Fachada del Ayuntamiento de Barcelona con la pancarta «Refugees Welcome» en 2016. / Foto: @lluisrodricap

El drama de los refugiados continuará más allá del día 20 de junio. Seguirá siendo una constante que viene del pasado pero que compromete nuestra ética en el presente. ¿O acaso ignoramos que nuestros gobiernos participan y se lucran en el negocio del tráfico de armas que alimenta los conflictos armados? ¿No sabemos que los gobiernos que elegimos también se enredan en acuerdos de paz falsos, impuestos y mal aplicados según sus propios intereses convirtiéndolos a menudo en ineficaces y nulos de unas mínimas garantías para que no se retome la violencia o para que las personas refugiadas puedan retornar a sus hogares?

Ahora parece que toca sensibilizarse con los refugiados que huyen de la guerra de Siria. Pero no nos engañemos, las conciencias europeas están removidas porque los refugiados han llegado a nuestras fronteras. Si no, acabaríamos mirando hacia otro lado, como miramos a otro lado por Sudán del Sur, donde 3’3 millones de sursudaneses se han visto forzados a huir de sus hogares hasta finales de 2016, según el propio informe de ACNUR.

¿Y qué decir de la catastrófica situación humanitaria que se vive en Yemen? ¿O del segundo grupo más numeroso de refugiados, los afganos, con 2’5 millones de personas? No somos suficientemente exigentes con quienes nos gobiernan ni siquiera para una permanente implicación con la legislación internacional vigente en materia de refugiados y demandantes de asilo.

Por el contrario, las instituciones solidarias y demás entidades que trabajan en Europa denuncian que las principales medidas gubernamentales están diseñadas a restringir el acceso de solicitantes de asilo en el territorio. Algunas prácticas, incluso, vulneran los derechos humanos, como la retención de demandantes de asilo por espacios de tiempo inaceptablemente largos.

El caso del Gobierno español es muy ilustrativo por su incapacidad de afrontar con decencia el reto del drama de los refugiados que huyen de la guerra de Siria y del resto de desplazados. En 2015, se comprometió para que España acogiera 17.337 refugiados hasta el próximo septiembre, pero, hasta el pasado 5 de mayo, sólo había acogido unos 1304.

Por el contrario, hay quien hace un uso partidista según el momento. En Catalunya, lo dejó claro Jordi Évole en su discurso en forma de crítica hacia la clase política en la gala del concierto solidario por los refugiados “Volem acollir” (“Queremos acoger”), en el Palau Sant Jordi (Barcelona), organizado por la plataforma Casa Nostra Casa Vostra:

Pensad, autoridades, que lo que estáis aplaudiendo desde el palco también nace de vuestra incapacidad política para resolver este tema. Y sabemos que algunos de vosotros lucháis para conseguir que esto no sea así. Pero otros os refugiáis y decís que es un problema de competencias. Yo creo que este no es solo un problema de competencias, es un problema de incompetencias.”

Los socios de govern en Catalunya, cuyos representantes asistieron ese día al Sant Jordi, se indignaron por sus palabras, pero la verdad es que, más allá de sus competencias, uno de los integrantes de la formación de gobierno Junts pel Sí, el PDeCat (Partit Demócrata de Catalunya), sí votó, cuando aún era la antigua Convergència, a favor de la última Ley de Extranjería y apoyó también el rechazo de una proposición no de ley que pedía el cierre de los CIE (Centros de Internamiento para Extranjeros), un posicionamiento contrario al del otro socio del Govern, ERC (Esquerra Repúblicana de Catalunya), que sí se mostró totalmente a favor del cierre de este tipo de centros.

No obstante, es satisfactorio el apoyo que el PDeCat dispensa a la campaña Casa Nostra Casa Vostra, que impulsa, entre otros, la ANC (Assemblea Nacional Catalana) – quizá sea por eso que la apoya, por el contexto que se vive particularmente en Catalunya – aunque, por el contrario, no haya movido un dedo por otras campañas anteriores como las de Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras y otras organizaciones. Decir una cosa en Catalunya y hacer otra en Madrid (apoyando los CIE y votando a favor de la ley de Extranjería) es, por lo pronto, sorprendente en el sentido que resulta preocupante utilizar algo tan serio y dramático como la actual crisis de refugiados para un fin político.

No se me malinterprete. Toda voluntad solidaria es poca venga de donde venga. Pero deberíamos ser conscientes de la gravedad de la tragedia y no olvidar que este impulso por los refugiados sirios – y del resto de desplazados que los acompañan – no hubiera sido tal si éstos no hubieran llegado a nuestras fronteras.

Ahora no podemos dejar que este drama se convierta en uno más, como se han convertido tantos. Como se convertirán otros muchos, que pasarán a ser una secuela de conflictos olvidados. Eso lo saben muy bien los saharauis, quienes tienen a la mitad de su población en un campo de refugiados desde 1975, mientras la otra mitad vive bajo la represión de Marruecos en su propia tierra, el Sahara Occidental, o bien en la diáspora.

Mujer y chica saharauis andando por el campamento de Smara. / Foto: @lluisrodricap

Pero los saharauis como nadie han visto el silenciamiento que se hace de su conflicto. Sobre todo, en España, de donde un día fueron ciudadanos. Hoy mismo, por ejemplo, el periódico El País ha publicado un artículo sobre los 10 campamentos de refugiados más grandes del mundo. Oscilan entre 245.126 y 55.000 habitantes. Lo sorprendente es que, entre ellos, no figuran los campamentos de Tinduf (Argelia), que acogen a cerca de 200.000 refugiados saharauis desde hace más de 40 años.

Mientras observan este boom mediático por los refugiados sirios, los saharauis están acostumbrados a ser silenciados por el Gobierno español de turno, como lo han sido con todos los gobiernos que se han ido sucediendo desde la transición. El olvido de su causa ha calado en la memoria de los españoles y solo unos pocos intentan mantener viva la llama de la esperanza para los que un día fueron nuestros conciudadanos.

Sin desoír, por supuesto, las demandas de los refugiados que huyen de la guerra de Siria y del resto de desplazados del mundo, deberíamos de tomar también más conciencia de los refugiados de los que somos directamente responsables, los saharauis, pues, según el Departamento Jurídico de las Naciones Unidas, España es aún la potencia administradora del territorio del Sahara Occidental. Por tanto, somos histórica y moralmente responsables tanto de la grave situación de violación de derechos humanos que se sufre en el Sahara ocupado como del largo exilio en los campamentos de refugiados saharauis en el desierto argelino de Tinduf.

Como dijo hace un par de años Javier Bardem en una ocasión, los saharauis “son nuestros refugiados”, y por eso les debemos una determinante implicación desde nuestro Gobierno con el fin de conseguir una resolución justa al conflicto que un día España propició ahora hace ya más de cuatro largas décadas.

Pero el verdadero reto es con todos los refugiados sin excepción. Estén donde estén. Vengan de donde vengan.

#RefugeesWelcome #VolemAcollir #CIEsNO

(*) Foto de cabecera: panorámica del campamento de Smara, campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). / Foto: @lluisrodricap

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