Takbar Haddi lleva 33 días en huelga de hambre y su salud se deteriora camino de la fatalidad. Hoy ha sido la cuarta vez que ha sido hospitalizada desde que inició su abstinencia y, aún así, todo indica que esta madre saharaui pretende llegar hasta las últimas consecuencias, si es necesario, con tal de conseguir que el Gobierno de Marruecos le entregue el cuerpo de su hijo muerto a causa de una paliza de un grupo de colonos, la dejación de las autoridades marroquíes y la negligencia intencionada de personal médico en El Aaiún ocupado.
Ante este asesinato, el régimen alauita no solamente no ha iniciado una investigación neutral para esclarecer los hechos y circunstancias del crimen, sino que además se niega a entregarle a Takbar Haddi el cuerpo de su hijo para que ésta pueda reclamar la autopsia. Y todo esto ha ocurrido mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha decidido que la MINURSO continúe sin asumir las competencias necesarias para que esta muerte y el resto de violaciones de los derechos humanos que se cometen diariamente en el territorio ocupado se investiguen y sean objeto de observación y vigilancia por parte de la comunidad internacional.
El pasado mes de abril, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la última resolución que prorrogaba el mandato de la MINURSO, la misión que tiene Naciones Unidas en el Sahara Occidental. Una de las principales demandas que, año tras año, el Frente Polisario, la Unión Africana y otras organizaciones internacionales solicitan para la MINURSO es que asuma las competencias de observación y vigilancia de los derechos humanos en el territorio. Una vez más, esta demanda cayó en saco vacío mientras se han seguido violando los derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado. Y esta vez, otra vez, con resultado de muerte: Mohamed Lamin Haidala, a sus 21 años, muere después de ser atacado por un grupo de colonos marroquíes y de días de idas y venidas entre el hospital y la comisaría central de El Aaiún mientras era custodiado por la policía marroquí. Ante esta situación, el régimen alauita no solamente no inicia una investigación independiente para esclarecer las extrañas circunstancias de la muerte de Mohamed, sino que además se niega a entregarle a su madre el cuerpo del joven saharaui a menos que ésta firme el entierro de su hijo en silencio y se abstenga de demandar una autopsia o cualquier otra investigación.
Takbar Haddi vive en Santa Cruz de Tenerife, pero regresó a la capital del Sahara ocupado, El Aaiún, donde vivía y fue asesinado su hijo. Después de un periplo en vano entre la hostil burocracia marroquí, y con el coraje propio de una madre desesperada, Takbar Haddi decide volver a Canarias e iniciar, el 15 de mayo pasado, una huelga de hambre delante del consulado marroquí de Las Palmas de Gran Canaria para reivindicar los legítimos derechos que tiene como persona y como madre y pedir que se le devuelva el cuerpo de su hijo para que pueda, al menos, enterrarlo dignamente entre los suyos.
Takbar Haddi no sabe donde está enterrado el cuerpo de su hijo y ahora está dispuesta a todo con tal de poner fin a esta perversidad. Son innumerables las visitas que recibe de organizaciones solidarias y de derechos humanos, particulares, artistas, políticos y otras personalidades afines a la causa saharaui, como la mismísima Aminetu Haidar, pero sabe que su dolor no solamente perdurará en el tiempo de un modo u otro, sino que además se hace extensivo físicamente a aquellos a quien más quiere. De esta manera, sus familiares que se han quedado en El Aaiún ocupado, donde residen, están sometidos a un constante y violento acoso policial desde que Takbar inició su huelga de hambre. Nos lo explica la propia Takbar Haddi en un cortometraje de Santiago Ríos donde también relata cronológicamente los diferentes acontecimientos que se han ido sucediendo desde el día que su hijo fue atacado por el grupo de colonos marroquíes y herido con unas tijeras clavadas en su cuello. Éste es el cortometraje, que ha sido subido al canal YouTube por la Plataforma de Apoyo a Mohamed Lamín Haidala:
Una vez más, cuesta imaginar hasta dónde puede llegar la paciencia del pueblo saharaui. Este año se van a cumplir 40 años desde la ocupación del Sahara Occidental y del genocidio que supuso la invasión del territorio. Desde entonces, el Frente Polisario y el pueblo saharaui han mostrado una paciencia infinita pero a la vez respetuosa con las Naciones Unidas y la comunidad internacional en general. No obstante, lo único que han recibido de la ONU son negativas, promesas, prorrogas, algunos engaños y la decepción de no poder confiar en la justicia internacional. Y aquí es donde las Naciones Unidas se convierten en el cómplice que necesita Marruecos para perpetuar la situación.
Y esta es precisamente la percepción que tiene el pueblo saharaui de las Naciones Unidas. Para los saharauis, la ONU no deja de ser, en cierto modo, cómplice de la muerte de Mohamed Lamin Haidala y del resto de muertes que se van sucediendo en el Sahara Occidental ocupado, y se ignora en qué puede desembocar toda esta presión. La reivindicación de Takbar Haddi es una reivindicación pacífica, como muchas otras que se están intentando llevar a cabo en el territorio ocupado pero que Marruecos reprime con la connivencia de las Naciones Unidas. Son muchos años de reivindicaciones pacíficas sin tener una respuesta firme de la comunidad internacional con Marruecos, y no debemos olvidar que existen presiones internas dentro del pueblo saharaui que están dejando de creer en las vías de paz y diálogo, puesto que perciben que no están sirviendo para nada. Al contrario, la población saharaui sigue siendo duramente reprimida en su tierra y la tortura y la muerte están al orden del día. Los decepcionados por 40 años de falsas promesas piensan en soluciones alternativas y, aunque la clase dirigente saharaui está consiguiendo contener, de momento, una situación de guerra entre los dos pueblos vecinos, desde la comunidad internacional no se está haciendo nada para evitarla.