El próximo 27 de septiembre, se celebran las elecciones al Parlament de Catalunya. Son unas elecciones planteadas como plebiscitarias por el ya president en funciones y, aunque haya partidos que las reconocen como tales y otros no, lo que sí es innegable es que pueden ser cruciales para determinar el status político de Catalunya respecto con España. Pero, ¿cómo podrían llegar a afectar estos comicios a la relación que existe entre Catalunya y el pueblo saharaui? ¿Podrían tener alguna repercusión en el conflicto del Sahara Occidental? ¿Qué piensan los saharauis afincados en Catalunya y cómo puede influir el resultado en su día a día?
Seríamos unos ilusos si esperáramos que el resultado que salga de las urnas el próximo 27-S tenga alguna repercusión significativa respecto al conflicto del Sahara Occidental. Al menos, a corto plazo. Más que nada, porque mientras Catalunya siga perteneciendo al Estado español, la competencia en política exterior ahora mismo depende del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, y ya hemos visto, en estos últimos 40 años, cual es su posicionamiento en relación con el conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario. Habría que buscar rocambolescas posibilidades para que se diera alguna perspectiva de cambio que afectara positivamente a la parte saharaui.
Los saharauis, lejos de albergar alguna esperanza de cambio en un nuevo govern, siguen desilusionados no sólo con la política catalana, sino con la española en general. Pronto se cumplirán 40 años de la Marcha Verde y, a pesar de que el Sahara Español fue en su día la provincia 53 del Estado, ningún Gobierno español ha dado la cara por los que un día también fueron ciudadanos españoles. Y Catalunya no ha sido una excepción. Al contrario, sus políticas siempre han mirado – y miran – de no incomodar lo más mínimo al Reino de Marruecos. Quizás, el único que se atrevió a dar un paso más allá y se vio obligado a cruzar esta línea roja fue el ex presidente Aznar cuando el conflicto de Alhucemas. Pero poco más, y los saharauis son conscientes de ello.
Entonces, no es de extrañar el poco interés que despiertan estos comicios para la comunidad saharaui en Catalunya. Y más, si sabemos quienes conforman algunas de las listas que aspiran a colocar un presidente al frente de la Generalitat.
Primeramente tenemos la lista del hasta ahora president de la Generalitat, Artur Mas. La lista se hace llamar Junts pel Sí (“Juntos por el Sí”), por el posicionamiento que tienen sus miembros sobre la independencia de Catalunya respecto a España. Tras observar una clara tendencia a la baja en intención de voto, Artur Mas consiguió hábilmente aglutinar en una misma lista a diferentes sensibilidades de la política y la sociedad civil catalana entorno a un objetivo común: su posicionamiento para un “sí” en relación con la construcción de un nuevo Estado para la nación catalana. Estas elecciones son su respuesta ante la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy de permitir un referéndum para que la sociedad catalana fuera preguntada sobre la cuestión de la independencia. Al no conseguir celebrar el referéndum, Artur Mas convocó las elecciones a modo de plebiscitarias con la intención de transmitir a la opinión pública que no se está eligiendo un Parlamento, sino que se está decidiendo que ese Parlamento que salga de las urnas inmediatamente va a tomar una decisión transcendental, como puede ser un proceso que desemboque en una declaración de independencia. ¿Pero quién encabeza esta lista de Junts pel Sí?
A pesar de que los dos partidos que, entre otras entidades, conforman Junts pel Sí son Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el cabeza de lista para esta candidatura es Raül Romeva, que abandonó hace unos meses Iniciativa per Catalunya –Verds (ICV). Romeva es buen conocedor del conflicto del Sahara Occidental, pues durante las dos legislaturas que estuvo al frente de ICV en el Parlamento Europeo (2004-2014), fue el vice-presidente del Intergrupo parlamentario para el Sahara Occidental.
Su labor en la Eurocámara ha sido muy intensa llegando a ser uno de los eurodiputados con más actividad parlamentaria entre preguntas y mociones. Y algunas de estas intervenciones han tenido que ver con la política de la Unión Europea (UE) respecto al conflicto del Sahara Occidental. Enérgica fue, por ejemplo, su crítica en el Europarlamento a los acuerdos de pesca con Marruecos tachándolo de un acuerdo fruto de la política pesquera neocolonial por parte de la UE. Sobre esta cuestión y otras relacionadas con la violación de derechos humanos en el Sahara ocupado, Romeva dijo lo siguiente en una entrevista realizada en 2007:
Extracto de la entrevista para el documental «Saharauis, entre la ocupación y el exilio» (2011)
En la férrea defensa que siempre ha procurado mantener ante la vulneración constante de los derechos humanos del pueblo saharaui por parte del régimen marroquí, también criticó el silencio “oficial” de la cámara europea cada vez que a una delegación de observadores internacionales se le impedía acceder a los territorios ocupados por Marruecos o era expulsada de ellos, situación que Raül Romeva experimentó una vez en su propia persona. E incluso, por poner un último ejemplo, interpuso una denuncia formal a la Comisión Europea ante los hechos de Gdeim Izik. Fueron numerosas las intervenciones en pro del pueblo saharaui mientras fue, durante dos legislaturas, europarlamentario por ICV dentro del grupo Verdes/ALE.
Para los saharauis, sería esperanzador que Raül Romeva estuviera al frente de una candidatura ganadora en las elecciones del próximo día 27. Pero no es el caso. Por el contrario, y a pesar de encabezar la lista, quien será president de la Generalitat si gana la candidatura Junts pel Sí, como de momento anuncian todos los sondeos, será otra vez Artur Mas, quien no es precisamente un adalid de la defensa de los derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado. Más bien al contrario.
Ya en 2013, dejó claro de qué lado está a la hora de posicionarse ante la comunidad internacional. En noviembre de ese año, viajó a Israel rodeado de empresarios catalanes que buscaban abrir vías de negocio en el país hebreo. Durante el viaje, el president mantuvo reuniones a varios niveles con personalidades y empresarios israelíes llegando incluso a entrevistarse con el presidente del país, Simon Peres.
Durante aquellos encuentros, Artur Mas dijo del Estado sionista que “era un ejemplo a seguir” y, aunque el Govern matizó que el president se refería al desarrollo de empresas innovadoras en Israel, a nadie se le escapa que lo que pretendía Mas en aquel entonces era buscar la complicidad del país hebreo con el proceso soberanista en marcha en Catalunya. Llegó a comparar, incluso, los procesos de construcción de un Estado en ambos países, Catalunya e Israel, a quienes calificó de “compañeros de viaje”. «En muchos aspectos, sobre todo culturales, Catalunya se erige como una especie de anomalía en España«, dijo Mas en aquella ocasión, y añadió: «de alguna manera, ésta es también la causa de nuestra aproximación a Israel”, a quien también se refirió como “país estratégico”.
Quizá lo más prudente hubiera sido no comparar los dos procesos de construcción nacional, pues el de Israel se ha llevado a cabo a base de sangre, fuego y ocupación de tierras durante décadas y, dada la aspiración de libertad nacional que proclama Artur Mas cada vez que tiene la oportunidad, quizá lo lógico también hubiera sido empatizar más con la nación oprimida en ese territorio, que es la de los palestinos. Pero el viaje oficial del president no tuvo en consideración a esta parte y Artur Mas no se reunió con ninguno de los representantes de la Autoridad Palestina.
Por eso, los saharauis ya saben que tienen las de perder cuando el que aspira a volver a ser el president de Catalunya desde la lista de Junts pel Sí tenga que elegir entre las relaciones económicas y comerciales con Marruecos o los derechos humanos de los saharauis y la legalidad internacional que los avala en todos los ámbitos.
De hecho, los saharauis en Catalunya ya lo han vivido en sus propias carnes cuando, después de varias legislaturas de gobiernos de CiU desde la Transición, no han sido atendidas sus demandas políticas como corresponde. Pero este año 2015, se ha dado un caso concreto que, como catalán, me avergonzó profundamente y del cual podemos extraer qué podemos esperar de un futuro Govern presidido por Mas.
Ocurrió el pasado 24 de marzo, cuando Hassana Aalia fue recibido por miembros del Intergrup per la Pau i la Llibertat del Sàhara en el Parlament de Catalunya. La reunión tenía por objeto que los diferentes partidos que conforman la cámara de representantes catalana conocieran de la mano de Hassana su situación personal ante la denegación de asilo por parte del Gobierno español y que le mostraran su solidaridad. Y así fue con la mayoría de ellos, pero no con CiU, de cuya representante parlamentaria, Anna Solé, Hassana tuvo que escuchar que su grupo no podía apoyar la iniciativa de apoyo hacia él porque se está “en un momento difícil” y que, por cuestiones económicas, no harían nada que pusiera en riesgo las relaciones con Marruecos porque es un socio preferente y ejerce mucha presión. Hassana Aalia, después de recorrer numerosos ayuntamientos y otros parlamentos autonómicos, sintió como un mazazo las frías palabras que le espetó la parlamentaria de CiU y, aunque sin desmerecer el respaldo expresado por parte de otros grupos políticos, confesó que aquí había sentido “el peor trato por parte de un parlamento”.
Esta claro, pues, qué puede esperar el pueblo saharaui si gana las elecciones la lista Junts pel Sí: con un president que pone a Israel como ejemplo a seguir y un partido que no moverá un ápice por el pueblo saharaui si con ello se molesta a Marruecos, las esperanzas depositadas en el futuro govern son defraudadoras para los saharauis en Catalunya.
El otro gran partido político que forma esta lista de Junts pel Sí es Esquerra Republicana de Catalunya. Siendo mucho más coherente con su programa político en cuanto al derecho a la autodeterminación de los pueblos, sí que tiene una larga trayectoria de apoyo al pueblo saharaui y a su reconocimiento como nación, sobretodo con el ex vicepresidente de la Generalitat, Josep Lluís Carod-Rovira, quien, sensible a la causa saharaui, participó en conferencias y mesas sobre el conflicto del Sahara Occidental, como la que organizó Al-Haima en 2005 y en la que, acudiendo en calidad de presidente de ERC, compartió mesa con Mohamed Sidati, ministro de la RASD para las relaciones con Europa.
Eran los tiempos en que los partidos catalanes, con la abstención otra vez de CiU, apoyaron incluir el Sahara Occidental entre los «países y regiones prioritarias» para el destino de la ayuda pública de la Generalitat en cooperación al desarrollo, expresando cierto posicionamiento político del Govern de entonces respecto al conflicto del Sahara Occidental.
El devenir de ERC en estos últimos años hizo que se priorizara el eje nacional y, con la última renovación de su dirección, con Oriol Junqueras a la cabeza, la corriente más izquierdista del partido quedó supeditada a las reivindicaciones soberanistas y nacionalistas provocando un repentino giro hacia el centro en el espectro político catalán. Ello derivó a un respaldo a las políticas neoliberales del partido de Artur Mas, Convergència Democrática de Catalunya, ya que su fijación por la independencia ha hecho que otras cuestiones queden en un segundo plano. No es difícil imaginar que la cuestión saharaui nunca será una causa de fricción entre ambas formaciones.
Mucho más coherente aún es el otro gran partido independentista que se presenta a las elecciones pero ya fuera de la lista Junts pel Sí. Las Candidatures de Unitat Popular (CUP) se presentan en solitario para afianzarse como la alternativa independentista de izquierda, y su trayectoria siempre ha estado fiel a los postulados del derecho de autodeterminación de los pueblos sean estos quienes sean. De hecho, David Fernández, quien termina esta legislatura como diputado por las CUP, dio el titular para una completa e interesantísima entrevista en Jot Down Magazine: “Estamos con los kurdos, los palestinos y los saharauis, esa es nuestra liga”.
Hay otra gran lista que aglutina a otros partidos políticos de izquierda y algunas mareas, entre otras formaciones, que pretende presentarse como la alternativa a la lista de Artur Mas. Es Catalunya sí que es pot, y la integran, entre otros, Iniciativa per Catalunya –Verds (ICV), Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), Podem/Podemos y Equo. Esta lista es la única que en su programa hace mención específica del conflicto saharaui, concretamente en el punto 903 del programa, no sólo apoyando las reivindicaciones del pueblo saharaui, sino también del palestino.
No es de extrañar, puesto que muchos de sus integrantes y las formaciones a quienes pertenecen han estado siempre al lado de las demandas por la libertad del pueblo saharaui. Buenos ejemplos son Joan Josep Nuet (EUiA) o la número dos por Tarragona, Hortènsia Grau (ICV), quien, como miembro del Intergrup per la Pau i la Llibertat del Sàhara del Parlament de Catalunya, estuvo presente en el desagradable episodio que protagonizó Anna Solé (CiU) ante el demandante de asilo político Hassana Aalia en marzo de este año. A propósito de aquella ocasión, Grau, criticó la posición de CiU argumentando que “no se puede luchar por la independencia de Catalunya, por la autodeterminación, y no querer lo mismo para el pueblo saharaui”.
Precisamente a ICV, pertenecía Raül Romeva, ahora con Artur Mas en Junts pel Sí.
En cuanto al Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), ¿qué decir del partido referente del PSOE en Catalunya? Mientras estuvo al frente de los gobiernos tripartitos (2003-2010), la Generalitat no estuvo a la altura de sus responsabilidades ante el pueblo saharaui y sus representantes del Frente Polisario y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y aquí también cae parte de la responsabilidad en ERC, ICV y EUiA, a quienes se les pudo exigir más compromiso al formar parte de esos gobiernos.
Pero del PSC y del Partido Popular de Catalunya (PPC), mejor casi ni hablamos, pues tanto PSOE y PP han gobernado en el Gobierno central y ambos han protagonizado un comportamiento vergonzante con el pueblo saharaui. Independientemente de quién haya estado en La Moncloa, el Estado español ha sucumbido a las exigencias de Marruecos desde la Marcha Verde, en 1975. Han sido 40 años de humillación al pueblo saharaui y de apoyo a la violación del derecho internacional, pues, en palabras de Soroeta Liceras, quien no está a favor de la aplicación del derecho internacional, lo que está haciendo es apoyar su violación. Y eso es lo que precisamente ha estado haciendo España en estas cuatro décadas.
En cuanto al otro partido nacionalista catalán, el democristiano Unió Democrática de Catalunya (UDC), tampoco cabría esperar mucho al respecto. Su histórico líder Josep Antoni Duran i Lleida, quien ostenta el cargo de presidente de la Comisión Permanente de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados desde 2004, se posicionó públicamente a favor del Plan de Autonomía para el Sahara Occidental dentro de Marruecos. En la actualidad, UCD se presenta en solitario después de romper con CDC el pasado junio ocasionando la disolución definitiva de la federación CiU.
Por último, decir que Ciutadans (C’s), a quien las encuestas auguran un muy buen resultado – llegando incluso a posicionarse como segunda fuerza en el hemiciclo catalán –, avaló en esta pasada legislatura la celebración de un referéndum «libre y vinculante para decidir el futuro del Sahara Occidental», aunque rechazó la autodeterminación de los pueblos palestino y kurdo.
Por todo lo expuesto, y por los sondeos que se van publicando por todos los medios, las esperanzas para un cambio significativo para los saharauis son casi inexistentes si éste tiene que venir desde la Generalitat. Tiene que ocurrir algo verdaderamente inesperado para que los saharauis en Catalunya se ilusionen con un Govern salido de las urnas del próximo 27 de septiembre. Ellos seguirán tomando su té mientras sus conciudadanos debaten sobre los derechos que tienen los catalanes como nación, derechos que, como hemos visto, no siempre son defendidos en Catalunya cuando éstos atañen a los saharauis.
(*) La foto de cabecera del artículo está extraída de www.parlament.cat