Ni el fuerte vendaval de arena del pasado 27 de febrero pudo impedir la celebración del 40 aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). En una devastada Dajla, sumida en la destrucción desde las fuertes lluvias del pasado octubre, tuvieron lugar los actos conmemorativos de la proclamación, en 1976, de una República para todos los saharauis.
Pero la jornada se reservaba otro imprevisto que podía haber desencadenado acontecimientos impredecibles en el conflicto. Un pastor de camellos fue tiroteado por soldados marroquíes cayendo herido cerca del muro y falleciendo horas después antes de que miembros de la MINURSO y militares saharauis consiguieran retirar su cuerpo. Se trata de la primera muerte por disparos a este lado del muro por parte de Marruecos desde la firma del alto el fuego, en 1991.
Embajadores y otras personalidades de multitud de países se dieron cita el último fin de semana de febrero en los campamentos de refugiados saharauis, en el desierto argelino de Tinduf, para conmemorar el 40 aniversario de la proclamación de la RASD. Han pasado 40 años desde que España arriase su última bandera en lo que hasta entonces se conocía como el Sahara Español, territorio al que, cuatro largas décadas después, aún espera regresar un día la población refugiada saharaui.
Ahora esa misma población volvía a celebrar, un año más, aquella efeméride. El despliegue mediático dio cobertura mundial al evento, aunque los medios generalistas españoles y europeos en general volvieron a silenciar esta festividad que conmemora que un día los saharauis constituyeron su propia República mientras eran traicionados y abandonados por su metrópoli, España, que los entregó a los ejércitos ocupantes de Marruecos y Mauritania.
Numerosas delegaciones venidas de todos los rincones del mundo acudieron a esta celebración tan importante para los saharauis y para la África hija del colonialismo, pues se constata que la RASD es ya una entidad consolidada pero que aún lucha por la independencia y la libertad.
La intensidad del viento iba a más a media mañana dificultando la realización de los actos de este 27 de febrero. Aún así, como metáfora de la resistencia en estos 40 años de ocupación y exilio, las actividades seguían con su dinámica y los participantes no se doblegaban ante los embates del fuerte viento cargado de arena.
No ocurría lo mismo en la tribuna, donde, al cabo de las horas, algunas de las personalidades que la llenaban de un principio empezaron a abandonar el lugar por el intenso viento. Aún así, seguían desfilando las distintas tropas ante la grada principal y el resto de los allí presentes, tal y como también fueron haciendo después columnas de niños portando banderas de la RASD, coreografías femeninas de danza tradicional y hasta camellos montados a paso ligero.
Por la tarde, los actos conmemorativos continuaban en una gran sala preparada para albergar a centenares de personas y donde se fueron sucediendo los parlamentos de los representantes de las diferentes delegaciones diplomáticas, políticas, de la sociedad civil y de la cooperación internacional que mostraban su apoyo y solidaridad para con el pueblo saharaui y el Frente Polisario. Mientras tanto, el viento seguía rugiendo de puertas para fuera.
Por la noche, en una jaima de la daira Glaibat el Fula, Gajmula Mohamed Mbareck tenía preparada ya la cena. Cierta improvisación por el temporal y el resto de acontecimientos hizo que aquella noche fuéramos cerca de una quincena de personas las que dormimos en aquella jaima en las afueras de la wilaya de Dajla.
Precisamente por estar en las afueras de la wilaya, el viento pegaba con más fuerza contra la jaima. Hasta se podía oír cómo los granitos de arena impactaban en la lona como si fueran gotas de lluvia.
Pero aquel no era lo único que se oía aquella noche de vendaval. Dolía escuchar el balido de ovejas y cabras que, en la intemperie y no muy lejos al otro lado de la lona de la jaima, se quejaban del fuerte viento que arremetía contra ellas, desprotegidas en los cuatro hierros y chapas que conforman los corralitos que las cercan.
Con lo que estarían pasando aquellas pobres bestias y con las dificultades vividas aquel día, no sólo ya en el transcurso de los actos del 40 aniversario de la proclamación de la RASD, sino también en las actividades cotidianas de aquella población refugiada, se ponían de manifiesto las insuficientes condiciones de vida mermadas aún más por las fuertes lluvias del pasado octubre y por los continuos recortes en ayuda y cooperación. Llovía sobre mojado.
Mientras tanto, al pueblo saharaui se le dice que siga más tiempo en este pedazo de desierto a la espera de que las potencias que disponen de la ONU decidan un día si les conviene o no hacer algo al respecto y según sus intereses. Pero los saharauis dicen no estar dispuestos a esperar más tiempo concentrados aquí, en estos campos de refugiados, en medio de este inhóspito lugar azotado por ventiscas cargadas de arena y polvo y las extremas temperaturas.
La razón jurídica y moral les da la razón. El derecho internacional y la ética política hablan de justicia para los saharauis. Pero las principales amenazas que se ciernen sobre ellos no son el polvo que levanta el viento o alguna eventual lluvia torrencial que devaste las construcciones de adobe de las wilayas. Los verdaderos peligros de los refugiados para dejar de serlo son el paso del tiempo, que juega a favor de Marruecos, y el asentamiento de la vida en los campamentos, que van convirtiéndose, cada vez más, en pequeñas ciudades a pocos kilómetros de Tinduf, ciudad argelina que está viviendo una rápida expansión económica y que tiene a las wilayas saharauis como una fuente de recurso.
No ayuda la desestabilización que está viviendo todo el norte de África, y el Frente Polisario se debate entre estas presiones y los límites de la diplomacia. Marruecos, por su parte, no ceja en su empeño de aprovecharse de todas y cada una de las dificultades que atraviesa el pueblo saharaui.
Al día siguiente de los actos centrales del 27 de febrero, se sucedían, ante la prensa y las distintas delegaciones, las comparecencias de altos cargos de la República, de las cuales destacaba la que ofrecía Brahim Gali como nuevo Responsable de Organización Política del Frente Polisario, cargo que ejerce desde el último congreso del pasado diciembre.
Gali no solamente condenó las graves violaciones de los derechos humanos en los territorios ocupados del Sahara Occidental, sino que manifestó también su preocupación por el boicot de Marruecos a empresas de países que apoyan un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui, como es el caso de Suecia. También mostró su disconformidad con las continuas intromisiones del Majzén en las decisiones de algunas instancias internacionales, como en las de las Naciones Unidas (NNUU), cuyo secretario general, Ban Ki-moon, había anunciado viajar a la zona.
La intención de Ban Ki-moon era visitar no sólo los Territorios Liberados y los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, como finalmente hizo, sino también Marruecos y el Sahara Occidental ocupado. Pero no consiguió visitar estos últimos dos territorios por unas condiciones que imponía el régimen alauita – y que se suponen inaceptables- y que el mismo secretario general rechazó.
Pero no fue sólo Marruecos quién intentó impedir el viaje de Ban Ki-moon a la zona. A la usual presión de Francia, gran valedora de Marruecos en el conflicto, se unieron la de otros países, como Senegal y Egipto. Brahim Gali criticó duramente estas presiones y la argucia de Marruecos de retrasar el viaje del secretario general de NNUU no solamente para después del debate en la ONU sobre la MINURSO, a finales de abril, sino hasta más allá de la reunión de la IV Comisión, a finales de año, teniendo en cuenta que Ban Ki-moon abandona el cargo el 31 de diciembre de 2016.
En la comparecencia ante la delegación catalana, Brahim Gali agradeció también el esfuerzo del secretario general de Naciones Unidas en reactivar las negociaciones entre el Polisario y Marruecos, aunque advirtió que debían ser unas negociaciones serias y no como las “teatrales” del pasado, según palabras del mismo Gali.
En un momento de la conversación, Manel Vila, director general de Cooperació al Desenvolupament, de la Generalitat de Catalunya, le trasladó el apoyo del gobierno al que representaba pero le insistió en el mensaje de paz que debía defender siempre el Polisario en la lucha por la libertad. Brahim Gali, ante la insistencia de Vila, respondió que “cuando la política no avanza, hay que buscar otras maneras de hacerla avanzar”. Le recordó que él también quiere la paz, que todo el pueblo saharaui quiere la paz, pero que los saharauis llevan 40 años esperando justicia y que la comunidad internacional se desentiende de sus obligaciones. “Ahora mismo, la vía pacífica está siendo ya una postura radical”, concluyó.
Las palabras de Gali sonaban contundentes, pero lo que muchos aún no sabíamos era que, en el día anterior, el mismo 27 de febrero y coincidiendo con la celebración del 40 aniversario de la RASD, tuvo lugar otro acontecimiento que sacudió de nuevo la conciencia saharaui. Un pastor nómada, de nombre Ichmad Abbad Yuli, fue abatido por soldados marroquíes cuando fue a socorrer a algunos de sus camellos que también fueron tiroteados cerca del Muro de la Vergüenza, el muro plagado de minas que construyó Marruecos en los ochenta y que divide el Sahara Occidental de norte a sur.
La muerte de este pastor es de alta significancia en el conflicto, pues se trata de la primera víctima a manos de soldados marroquíes desde la firma del alto el fuego, en 1991.
Al día siguiente, se improvisó una concentración de protesta ante la oficina que la MINURSO tiene en Rabuni, en los campamentos de refugiados saharauis. Duba, el conductor del coche que nos llevaba hasta allí, no creía que esta muerte desencadenase ninguna reacción de la comunidad internacional. “La solución está en la guerra”, exclamó resignado.
– Aquí no hay que perder. Sólo nuestra tierra, y está allí. Llevamos 40 años esperando en este desierto mientras vemos que la ONU está del lado de Marruecos. Y el tiempo también juega a favor de Marruecos. Yo no creo en la solución política cuando hay tantos intereses por medio. Los gobiernos hablan de derechos humanos pero no hacen nada. Es mucho tiempo, y las cosas hay que arreglarlas en caliente -, iba comentando mientras conducía a toda prisa por la carretera que lleva a Rabuni.
“Para solucionar esto, nosotros tenemos que ir a la guerra. Así, la siguiente generación, nuestros hijos, podrá vivir en paz y en su tierra. Sí, la guerra no gusta a nadie pero, para tener algo, tienes que perder algo también. Quizá sea el precio que hay que pagar…, porque aquí no hay otra opción.”
Costaba rebatirle después de tantos años de desesperación.
– Los saharauis llegamos aquí [a Tinduf] para seis meses o un año, pero no para 40 años. Yo, por ejemplo, tengo 30. Nací aquí, ¿sabes lo que es eso? Aún así, no creo que pase nada con la muerte de Ichmad. Para retirar el cuerpo, el Polisario no debía esperar a que hubieran llegado los de la ONU. Tenía que haber ido él mismo y sacarlo de ahí. Y si empieza la guerra, pues empieza. Pero el Polisario va a esperar -, se lamentaba finalmente.
Al llegar a la concentración, en Rabuni, nos encontramos con familiares de la víctima y otros saharauis que nos explicaron los hechos. Ahmed, sobrino del fallecido, explicó cómo los soldados marroquíes, en la tarde del 27 de febrero, dispararon a su tío, el pastor nómada, y cómo éste permaneció abatido y malherido durante horas al lado del muro hasta que, ya por la mañana del día 28, militares saharauis dieron con el cuerpo ya sin vida. No pudieron retirar el cuerpo hasta que llegó la MINURSO. Ahmed pidió hablar a la cámara:
Mariamanna, prima del fallecido, también pedía la vuelta a las armas. “La guerra podría ser un suicidio, pero también estoy cansada de que nos estén matando poco a poco”, se lamentaba. Éste es también su testimonio:
Los allí concentrados explicaron que, sobre las 11’30h de la mañana, entregaron una carta a la oficina de la MINURSO para que fuera entregada posteriormente a la sede de la ONU en Tinduf. En ella se pedía que se esclarecieran los hechos y que la ONU respondiera con contundencia contra Marruecos si se confirmaban los hechos.
A los pocos días, el pasado 5 de marzo y en medio de este conflicto dentro del conflicto, llegaba a los campamentos de refugiados el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. El líder surcoreano se mostró dispuesto a reactivar las negociaciones a pesar de todo, aunque las intenciones no gustan nada a Marruecos después de que Ban haya podido constatar en primera persona la situación en que vive la población refugiada saharaui.
No suficiente con esto, el secretario general de la ONU, en su siguiente escala, en Argel, habló de un “Sahara ocupado”, cosa que enfureció aún más al régimen alauita y ha provocado unas profundas desavenencias entre Marruecos y las Naciones Unidas para solucionar el conflicto.
Quizá estos posicionamientos explican el empeño del Reino de Marruecos para impedir a toda costa el viaje de Ban Ki-moon al territorio. Y con el fin de intentar bloquear la visita de una forma ya desesperada, quizá eso explique también la muerte de Ichmad al borde del muro.
Foto de cabecera: desfile militar y mujeres en los actos del 40 aniversario de la RASD, en la wilaya de Dajla / foto: @lluisrodricap