El Sahara Occidental ante el 10N

Ante la negativa de Pedro Sánchez de formar un gobierno de coalición con Unidas Podemos, el presidente ahora en funciones nos convocó nuevamente ante las urnas para este domingo 10 de noviembre.

La inestabilidad política tanto en Catalunya como en España nos ha conducido a diversos procesos electorales en pocos años y, en cada uno de ellos, hemos rebuscado, entre los programas electorales, qué dicen los diferentes partidos en lo relativo al Sahara Occidental y el pueblo saharaui. Para no repetirnos una vez más con lo mismo, nos remitiremos al análisis del pasado 28A en este mismo espacio, aunque hay alguna novedad al respecto que deberíamos tomar en consideración.

Antes que nada, cabría denotar la evolución del ahora presidente en funciones para entender esta repetición electoral. ¡Qué diferente el Pedro Sánchez de ahora al de aquel de 2016 que, en una entrevista ante Jordi Évole en el programa ‘Salvados’, reconoció las presiones por parte del sector financiero y los grandes poderes económicos, es decir, el IBEX 35, para impedir la formación de un gobierno progresista con Podemos! Para entonces, el líder socialista había renunciado a formar un ejecutivo alternativo al de Mariano Rajoy excusándose con aquello de que “los números no daban” si no se validaba su pacto con Ciudadanos (C’s). El resultado fue que, tras las dos citas electorales de diciembre de 2015 y junio de 2016, Rajoy volvió a ser investido presidente del Gobierno en octubre de aquel año con la abstención de casi todos los diputados socialistas.

Los números que no daban en 2016, sí que dieron siendo los mismos, en cambio, para la moción de censura de 2018 que echó a Rajoy de La Moncloa después de la sentencia de la Gürtel y postuló a Sánchez como presidente del Gobierno recibiendo éste los apoyos de los diputados de su grupo parlamentario y los de Unidos Podemos, los nacionalistas catalanes y vascos, Compromís y Nueva Canarias.

Una vez investido presidente, el flamante líder de los socialistas, Pedro Sánchez, volvió a negarse a gobernar con los de Pablo Iglesias y encaminó un ejecutivo débil que, como era previsible, no tardó en descarrilar. La crisis con Catalunya, otro de los grandes factores de desestabilización política en España en los últimos años, sería determinante para finiquitar el mandato cuando se contaban escasos ocho meses de Gobierno socialista. La puntilla la pusieron los partidos independentistas catalanes, que, al considerar que el Gobierno central no había hecho “ningún movimiento” por lo que respecta a los presos y al llamado “juicio del procés” ni tampoco para un “debate de fondo” sobre la situación política de Catalunya, optaron por no apoyar a Pedro Sánchez en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2019. Ante esta negativa de los independentistas catalanes, el presidente del Gobierno dio por concluida la legislatura a principios de este año y disolvió las Cortes convocando a unas elecciones generales para el 28 de abril pasado.

La realidad es tozuda y, después del 28A, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) incrementó el número de diputados, pero no los suficientes para conformar un Gobierno en solitario. Aun así, el veto a Unidas Podemos (UP) persistió y ya sin disimulos por parte de amplios sectores del poder económico, pues hasta la CEOE hablaba sin tapujos de preferir una nueva contienda electoral antes de un gobierno donde estuviera UP.

Pedro Sánchez se había pasado aquella campaña electoral repitiendo que su socio natural era UP y que lo lógico y esperable era conformar un gobierno progresista de izquierdas. Pero pasadas las elecciones, el tacticismo del PSOE entró en contradicción con lo que reclamaban sus bases – sobre todo con aquellas del “con Rivera, no” – y no escatimó en guiños al PP y a Ciudadanos (C’s) para que se abstuvieran en la votación de investidura. Mientras tanto, quería hacernos creer que mantenía la intención de llegar a un acuerdo con Iglesias. No sabemos a quién pretendía engañar Sánchez, pues una negociación de Gobierno no se empieza 48 horas antes de la primera votación de investidura pasados más de dos meses desde las elecciones. Era como si el líder de los socialistas no entendiera que los nuevos actores políticos de los últimos años han venido para quedarse y que se terminó el tiempo del bipartidismo y de las mayorías absolutas.

Pero quizá todo venga explicado por el pánico del PSOE ante dos grandes realidades con las que se encontraría con la formación de un Gobierno con los de Iglesias. Una sería la permanente confrontación con el bloque neoliberal que reina en la Unión Europea. La otra sería la cuestión catalana y las propias contradicciones que existirían dentro mismo del ejecutivo que le tocaría formar a las puertas de la sentencia del procés, dictada finalmente a mediados del pasado mes de octubre.

Sea como fuere, la del pasado 25 de julio fue una investidura fallida en segunda votación y la amenaza de unos nuevos comicios se materializó nada más pasado el verano. Pedro Sánchez ha decidido jugar con fuego y convocar nuevas elecciones para este domingo, el 10N. Calculó una subida considerable de sufragios basándose en el auge del PSOE que pronosticaban prácticamente todas las encuestas. Pero el tiro le puede salir por la culata, pues no se descarta que la gobernanza del Estado le sea arrebatada por el «trifachito«, como se conoce vulgarmente a la alianza de las tres derechas españolas, es decir, el PP, Ciudadanos y Vox, un entendimiento que ya se ha materializado en algunos territorios en este último año, como en Andalucía o Madrid.

Uno de los leones del Congreso de los Diputados en la entrada del Palacio de las Cortes, Madrid / foto: @lluisrodricap

Veremos qué ocurre. De momento, y tal y como hemos dicho antes, no vamos a repetir el análisis sobre qué dice el programa electoral de cada formación política para este 10N sobre el Sahara Occidental y el pueblo saharaui, ya que, para ello, os remitimos al artículo El Sahara Occidental en los programas electorales del 28A de este mismo blog. Pero haremos algunas consideraciones al respecto de algunos partidos.

La primera y más importante es la del PSOE, ya que en el programa electoral del 28A había una propuesta explícita para el Sahara Occidental. En el punto 7.17 de su apartado «Mediterráneo y Oriente Medio» dentro del bloque sobre política global, encontrábamos:

«Promoveremos la solución del conflicto de Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, así́ como para fomentar la supervisión de los derechos humanos en la región, favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia, socios claves de España, que el enviado de la ONU para el Sahara Occidental está propiciando.»

Pues en el programa electoral para el 10N, mucho más reducido (54 páginas frente a las 300 del programa electoral del 28A), no se menciona el Sahara Occidental ni al pueblo saharaui en ninguno de los apartados. Digamos que “se han caído” del programa.

En cuanto a las tres derechas españolistas, es decir, PP, Ciudadanos y Vox, ninguna de estas formaciones lleva en su programa electoral ninguna alusión al conflicto del Sahara Occidental. Podréis observar en el artículo citado anteriormente (El Sahara Occidental en los programas electorales del 28A) que el Partido Popular sí recogía una propuesta para los saharauis en el programa electoral para las elecciones generales de 2016. Pero en ninguno de los dos programas para este 2019, encontramos nada al respecto.

Lo mismo hay que decir del resto de partidos con representación parlamentaria, aunque hay que destacar dos honrosas excepciones: Unidas Podemos y el Partido Nacionalista Vasco (PNV).

El PNV no defrauda y, una vez más, menciona el Sahara Occidental en su programa electoral, pero esta vez no en el preámbulo del documento sino en el tercer apartado, el relativo al “Máximo respeto y avance en derechos humanos y libertades”, citando el territorio saharaui en primer lugar para hablar del compromiso del partido con los derechos humanos en el ámbito internacional:

«EAJ-PNV  tiene  una  larga  tradición  de  defensa  de  los derechos  humanos.  Somos  un  partido  humanista  que defiende valores solidarios y, sobre todo y ante todo, la dignidad de la persona. Hemos dado siempre prueba de ello y han sido innumerables los foros internacionales y parlamentarios donde hemos manifestado nuestro compromiso por avanzar en esta materia, planteando iniciativas ante situaciones de conculcación de los derechos humanos en casos, entre otros, como el Sáhara Occidental, Libia, Siria, Turquía, Guinea Ecuatorial, Nicaragua y Venezuela. En el ámbito de Euskadi, hemos impulsado en la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad todas las iniciativas para avanzar en este campo.»

El resto de partidos nacionalistas vascos y catalanes sí mencionan, de una forma u otra, el derecho de los pueblos a la autodeterminación, pero sin mencionar ninguno en particular a no ser que sea el propio vasco o catalán.

En este sentido, más preocupantes han sido las palabras de hace unos días del president de la Generalitat, Quim Torra, cuando manifestó, ante una televisión israelí, su admiración por cómo se creó el Estado de Israel: «Siempre está en mi mente el deseo de ser de la gente de Israel», llegó a decir en aquella entrevista el líder de Junts per Catalunya. Para el president, defender el derecho de autodeterminación de los pueblos debería ser igual de válido para Catalunya como en Palestina o el Sahara, una contradicción que se criticó también de sus antecesores convergentes Artur Mas i Carles Puigdemont cuando, en otras ocasiones, ensalzaban las relaciones con el país hebreo o Marruecos – ambos países con un largo historial de denuncias por incumplimiento de la legislación internacional y de los derechos humanos – y, en cambio, negaban el apoyo a las reivindicaciones de los pueblos saharaui, palestino o kurdo.

Pero este posicionamiento contrasta con los otros dos partidos independentistas catalanes, es decir, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y las CUP (Canditatures d’Unitat Popular), que mantienen una larga trayectoria de apoyo a las reivindicaciones de estos pueblos.

Para terminar, tenemos, una vez más en Unidas Podemos, la propuesta más explícita para el conflicto del Sahara y el pueblo saharaui. En el punto 118 de su programa electoral, dice lo siguiente:

«España, con la libre determinación del pueblo saharaui. España tiene una responsabilidad histórica con el Sáhara Occidental, con  sus  gentes  y  con  la  solidaridad  entre  nuestros  pueblos. Para ello, apoyaremos con acciones concretas el derecho a la libre  determinación  del  pueblo  saharaui,  mediante  la  implementación de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre recursos naturales, las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para una solución justa y pacífica mediante referéndum y los procesos de negociación en marcha . Estableceremos relaciones diplomáticas de alto nivel con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y promoveremos la ampliación del mandato de la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) para que adquiera competencias en la protección y promoción de los derechos civiles, políticos, económicos,  sociales  y  culturales  de  la  población  saharaui. Aumentaremos  las  partidas  de  ayuda  humanitaria  para  los  campamentos saharauis; de este modo, el Sáhara Occidental volverá a ser una zona prioritaria para la cooperación española .  Apoyaremos programas de  formación y movilidad  de  la  población  saharaui  y  cumpliremos  lo  ya  aprobado  por  el  Parlamento: el acceso a la nacionalidad española de las personas  saharauis  residentes  en  nuestro  país,  con  los  mismos  derechos que otros países con los que mantenemos relaciones históricas.»

Veremos qué sale de las urnas, pero A LA HORA DE VOTAR, EL SAHARA SE TIENE QUE NOTAR.

(*) Foto de cabecera: detalle de la fachada del Palacio de las Cortes / foto: @lluisrodricap

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