Pedro Sánchez, Ucrania y el Sáhara

Ha pasado más de un año desde que Putin lanzara aquella “operación militar especial” sobre el Dombás que daba comienzo a la invasión rusa sobre Ucrania. Ese mismo día, el 24 de febrero de 2022, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, compareció en La Moncloa para realizar una declaración institucional y transmitir a la ciudadanía española una “rotunda condena” a Rusia por violar la legalidad internacional e invadir a un país vecino.

Pero el mismo Pedro Sánchez no dejó pasar ni un mes después de aquella declaración en La Moncloa para posicionar a España, en relación a otro conflicto armado, del lado del país invasor, Marruecos, que viola esa misma legalidad internacional desde que, en 1975, inició su propia ocupación militar sobre otro país vecino: el Sáhara Occidental. Por lo visto, lo que quiere Sánchez para el pueblo ucraniano, no lo quiere para los saharauis.

En aquella declaración en La Moncloa del 24 de febrero de 2022, el presidente del Gobierno español calificaba la invasión rusa sobre territorio ucraniano de “una violación flagrante del derecho internacional, de la soberanía nacional y de la integridad territorial de Ucrania”, además de “ataque frontal” a los principios y valores que, según Sánchez, “están en la base de nuestra Constitución, de la Constitución española”, como son “los valores de la paz, del respeto a la legalidad internacional, de la solidaridad y también de la cooperación humanitaria con los pueblos afectados”.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante la declaración institucional en La Moncloa el 24 de febrero de 2022. Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo.

España defenderá la legalidad internacional, España se desvivirá por el restablecimiento de la paz”, continuó afirmando el presidente del Gobierno, mientras se mostraba solidario “con los pueblos afectados por la agresión”. Qué lejos le queda el Sáhara cuando ese mismo compromiso con la legalidad internacional y esa idéntica solidaridad son reclamados por otro pueblo invadido, aunque este lo haga desde sus jaimas en los campamentos de refugiados de Tinduf o desde las zonas ocupadas del Sáhara Occidental.

Pero lejos de mostrar una mínima coherencia entre los discursos sobre ambos conflictos, y tan solo tres semanas después de la declaración institucional de Pedro Sánchez en La Moncloa para condenar la invasión rusa sobre Ucrania, la casa Real marroquí hizo pública, el 18 de marzo de 2022, una carta que el presidente del Gobierno español había enviado al rey Mohamed VI en la que el primero afirmaba que la propuesta de Marruecos para una autonomía en el Sáhara Occidental era “la base más seria, creíble y realista para la resolución” del contencioso. En la misma misiva, Sánchez reiteraba su “determinación para afrontar juntos los desafíos comunes, especialmente la cooperación de la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, con un espíritu de total cooperación” y expresaba que “todas estas acciones se llevarán a cabo con el objetivo de garantizar la estabilidad y la integridad territorial de los dos países”.

Según el comunicado del Gabinete Real marroquí, Pedro Sánchez trasladó también al monarca alauita que España actuaría con la absoluta transparencia que corresponde a un gran amigo y aliadoy que su país siempre cumplirá sus compromisos y su palabra.

Esa misma noche, el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, compareció ante los medios de comunicación donde, lejos de criticar las formas del reino cherifiano de hacer pública la carta a través de un comunicado del Gabinete Real marroquí, confirmó lo expresado en ella y reivindicó “el inicio de una nueva etapa” en las relaciones entre España y Marruecos.

– España reconoce los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos en el marco de las Naciones Unidas – declaraba esa misma noche Albares en relación al conflicto del Sáhara Occidental – para encontrar una solución mutuamente aceptable, como ya ha venido haciendo España en las reuniones de alto nivel en 2008, 2012, 2015 y en línea con la Resolución 2602, por citar una de ellas, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y, en ese sentido, España considera que la iniciativa de autonomía presentada en 2007 es la base más seria, realista y creíble para la resolución de este diferendo.

En otras palabras, el Gobierno español se posicionaba del lado de Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental legitimando así la ocupación marroquí sobre el territorio saharaui en plena guerra del Sáhara, la que enfrenta al reino alauita con el Frente Polisario y la República Árabe Saharaui Democrática desde la ruptura del alto el fuego por parte de las fuerzas militares marroquíes el 13 de noviembre de 2020.

Con su contundente posicionamiento en el conflicto del Sáhara mostrado a partir de ese 18 de marzo, Sánchez devaluaba las palabras que había expresado tan solo tres semanas antes en su declaración en La Moncloa, donde había manifestado que la Unión Europea y sus “aliados” querían demostrar al gobierno de Putin “que las violaciones contra el derecho internacional y contra la soberanía y la integridad territorial de terceros países no pueden quedar, no deben quedar, impunes y que el Gobierno español apostaba por la unidad de los que creen “en la democracia, en el Estado de derecho, en un mundo basado en reglas y por tanto, en certidumbre, en la paz, en el respeto a las fronteras, a la soberanía nacional y a la libertad de los pueblos”. Pero parece que este es un discurso que sirve solo para Rusia y Putin, no para Mohamed VI y Marruecos.

Es por aquel apoyo del ex presidente Rodríguez Zapatero al plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental de 2007 que no sorprende tanto el que le brinda actualmente el presidente Pedro Sánchez, también del PSOE, a pesar de las discrepancias existentes al respecto en el seno de su propio Ejecutivo, donde el socio minoritario de la coalición de gobierno, Unidas Podemos, siempre favorable al ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, criticó el posicionamiento del Gobierno español, como lo hicieron también los socios de investidura del presidente, entre los que se encontraban Esquerra Republica de Catalunya (ERC), EH-Bildu o el mismo Partido Nacionalista Vasco (PNV). De hecho, no solo ningún otro partido con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados apoyó a Sánchez en su decisión, sino que tampoco todo el PSOE estuvo de acuerdo con darle la espalda a los saharauis.  

Un mes más tarde del drástico giro en política exterior del Gobierno español con respecto al conflicto del Sáhara, su presidente, Pedro Sánchez viajó hasta Kiev para reunirse, el 21 de abril de 2022, con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, y mostrar el máximo apoyo político de España a Ucrania en su resistencia frente a la invasión rusa.

De esa reunión, se desprendían reiteradas condenas a la invasión rusa sobre Ucrania y se ponía de manifiesto el hecho de que el Gobierno español secundara la aplicación de medidas aprobadas contra Rusia por la Unión Europea, que entonces trabajaba en un sexto paquete de sanciones.

Desde entonces, Pedro Sánchez ha reiterado su apoyo a Ucrania en numerosas ocasiones, pero también ha sido siempre coherente con el posicionamiento que tomó con respecto al conflicto del Sáhara en marzo de 2022, a pesar de que el rey de Marruecos evitara recibirlo en un viaje que realizó a Rabat con la mitad psoísta de su Gobierno el pasado 1 de febrero de 2023 o de que el PSOE se quedara solo en el Congreso de los Diputados rechazando, el 14 de febrero siguiente, la tramitación de una proposición de ley de Unidas Podemos para dar la nacionalidad española a los saharauis nacidos antes de 1976, una votación que contó con el apoyo del resto de grupos de la Cámara Baja a excepción de Vox, que se abstuvo. 

Unas horas antes del primer aniversario de la invasión rusa sobre Ucrania, Pedro Sánchez volvió a viajar a Kiev. Fue el pasado 23 de febrero, cuando el presidente del Gobierno español volvió a trasladar a Zelenski el apoyo de la sociedad española al pueblo ucraniano mientras reiteraba el apoyo de España y de la UE en su conjunto a Ucrania ante una violación flagrante de principios básicos de derecho internacional, como lo son la soberanía o la integridad territorial. España no reconocerá las falsas anexiones de territorios ucranianos por parte de Putin, declaró, aunque, como hemos visto, sí que reconoce y apoya otra anexión si esta se trata de la del territorio del Sáhara Occidental por parte de Marruecos.

Esa tarde, dirigiéndose al plenario de la Rada Suprema mientras rendía homenaje a la dignidad del pueblo ucraniano, Sánchez declaraba que “Ucrania lucha por su supervivencia” mientras su enemigo lucha por el poder. Su lucha no es digna. La vuestra, es un canto a la libertad”, continuó diciéndoles a los ucranianos, para concluir con una muestra más de apoyo: “no estáis solos en esta oscuridad, estamos con vosotros.

Cómo recuerdan estas últimas palabras a las utilizadas por Felipe González aquel 14 de septiembre de 1976 en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, donde, brazo en alto, puso a la historia por testigo para comprometerse ante ella de que el Partido Socialista Obrero Español estaría con el pueblo saharaui “hasta la victoria final”.

González ganó las elecciones generales de 1982 y por mayoría absoluta, pero una vez proclamado jefe del gobierno de España, el flamante presidente no tardó en virar en su posicionamiento respecto al conflicto del Sáhara mientras su recién nombrado ministro de Exteriores, Fernando Morán, declaraba aquello de que, como Gobierno, “no solo no haremos nada para desestabilizar al rey de Marruecos, sino que haremos todo lo que esté en nuestra mano para mantener su estabilidad”.

A estas premonitorias palabras de Morán, les siguieron políticas de acercamiento a la monarquía alauita por parte del nuevo Ejecutivo, como el hecho de que el primer viaje oficial que Felipe González realizó al extranjero como presidente del Gobierno español fue, en 1983, a Rabat para reunirse con el entonces monarca Hasán II. Con el tiempo, vendrían la expulsión de España de los representantes del Frente Polisario en 1985 o una continuada venta de armas a Marruecos por parte del Gobierno español que aún continúa en nuestros días.

Yo les diría a los ucranianos que se guarden muy bien de lo que les pueda prometer un líder del PSOE, pues, si traicionaron entonces a los saharauis, que habían sido ciudadanos españoles hasta 1976, qué no harán con un pueblo más lejano como el ucraniano.

(*) Foto de cabecera: el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en Kiev el 21 de abril de 2022. Foto: Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacas

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