Año tras año, y otra vez en abril, el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución reiterando su apoyo a las negociaciones directas entre el Frente Polisario y Marruecos con el fin de llegar a una solución para el conflicto del Sahara Occidental que garantice al pueblo saharaui su derecho inalienable a la autodeterminación basada en los principios y fundamentos de la Carta de las Naciones Unidas. Y así ha sido desde el fin de las hostilidades en 1991, cuando la ONU convenció al Frente Polisario para que sentara en la mesa de negociación prometiéndole un referéndum en el plazo de seis meses y que, 24 años después, el pueblo saharaui aún sigue esperando.
El Frente Polisario y el pueblo saharaui esperaban más de las promesas del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien abogó por establecer un mecanismo de vigilancia “imparcial e independiente” en el Sahara Occidental para los derechos humanos. Ésta ha sido, año tras año, una de las principales demandas del Frente Polisario ante el Consejo de Seguridad: que se amplíen las competencias de la MINURSO para que incluya la observación de los derechos humanos en los territorios ocupados del Sahara Occidental.
Esta demanda es fundamental, pues mientras van transcurriendo los años y las negociaciones, la violación de los derechos humanos en los territorios ocupados es sistemática y, en varias ocasiones, con resultado de muerte. El asunto es, pues, de máxima urgencia. Y no se entiende qué más tiene que ocurrir para que Naciones Unidas incorpore en la MINURSO la vigilancia por el respeto de los derechos humanos.
También nos preguntamos por el papel que juega el resto de la comunidad internacional ante la represión constante contra la población saharaui en el Sahara ocupado por parte de las autoridades marroquíes, puesto que, para denunciar esta situación que se vive en el territorio, sobran los informes de prestigiosas organizaciones observadoras de los derechos humanos, como son Amnistía Internacional y Human Rights Watch, o documentos gráficos que la propia población saharaui sube clandestinamente a las redes sociales ante el bloqueo informativo al que Marruecos somete a los saharauis. El siguiente video es una muestra de ello. Fue subido a YouTube por AFAPREDESA (Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis) y muestra el horror al que se ven sometidas diariamente, en este caso, las mujeres saharauis en el Sahara Occidental ocupado:
Una vez visto el video, no cabe más pregunta que qué hace la MINURSO en el Sahara Occidental. Esta misión de las Naciones Unidas, desplegada tanto en la zona ocupada por Marruecos como en los territorios liberados por el Frente Polisario, no es capaz de llevar a cabo la misión para la que se la creó y a la que debe su nombre: Misión de Naciones Unidas para el Referendum en el Sahara Occidental. Si, 24 años después, no es capaz de llevar a cabo su principal cometido ni que ni siquiera se le pueda asignar la competencia de vigilancia por el respeto de los derechos humanos, competencia que, por otro lado, tienen el resto de misiones que la ONU tiene desplegadas por todo el mundo, entonces, ¿qué se espera de ella? El pueblo saharaui es paciente pero, después de cuatro décadas de conflicto, “su paciencia tiene límites”, como ha señalado recientemente M’hamed Khaddad, coordinador saharaui con la MINURSO, después de advertir que el deterioro de la situación es muy peligroso y que 40 años de ocupación marroquí pueden desencadenar cualquier “eventualidad”.
El pueblo saharaui lleva esperado la celebración del referéndum desde la creación de la MINURSO, en 1991, cuando se le prometió que se celebraría al cabo de seis meses. Parece, pues, que no hay voluntad real y firme para llevarlo a cabo. Mientras tanto, décadas de decepción en un campo de refugiados en medio del desierto de Tinduf y la represión constante en las zonas ocupadas minan la paciencia de los saharauis, que parece infinita. Pero no lo es, y cada vez son más los jóvenes que quieren volver a la guerra fruto de la desesperación de una vida absolutamente privada de futuro. Y también son muchos de los no tan jóvenes quienes no consideran otra solución después de sentirse ignorados y estafados por la comunidad internacional durante 40 años.
Por ello, el pueblo saharaui cada vez se siente más empujado a buscar su propia alternativa y suenan cada vez más fuertes los “tambores de guerra”, en palabras del ministro de Salud Pública de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Lamin Deddi, presente en las II Jornadas Saharauis, organizadas en León por la Asociación Saharaui para el Desarrollo, aunque matizó que actualmente existe «un pulso entre los que quieren paciencia y los que quieren la guerra».
No ofrecerle al pueblo saharaui una solución en el marco de las Naciones Unidas es empujarle a que busque su propia alternativa y, aunque no atendamos a sus propósitos de paz y diálogo, no cejará en sus intentos de conseguir la libertad. Y seguirá explorando las vías que hagan falta sin renunciar a ninguna de ellas, incluida la vuelta a las armas. Y no lo olvidemos: esta última y desesperada alternativa también estaría amparada por el derecho internacional, que reconoce el derecho de autodeterminación y legitima el uso de la fuerza para proporcionar a los pueblos sometidos a dominación colonial una vía, un instrumento jurídico, para poder expulsar a las potencias coloniales. Y llegado este momento, que esperemos no llegue nunca, ni las NNUU ni la comunidad internacional en general, incluida la UE, no estaría exenta de responsabilidad en este supuesto estallido armado en la región.