Después de más de 40 años de ocupación y exilio, el pueblo saharaui se encuentra al límite de su paciencia y, ante la pasividad de la comunidad internacional, amenaza con la vuelta a las armas. En este contexto, se presenta “Fusiles o pintadas. La lucha noviolenta del pueblo saharaui” (2016), un documental donde su director, Jordi Oriola Folch, da voz a un movimiento que es cada vez más fuerte dentro del activismo saharaui en favor de los derechos humanos y que busca una respuesta al conflicto desde la no violencia.
En este último año, el documental se ha presentado en multitud de ciudades y en festivales de cine como el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia/ San Sebastián, en La Mostra de CineBaix, en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), o en el Festival FiSahara 2016, en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia). Traducido para varios idiomas – catalán, castellano, inglés, francés, árabe y euskera, entre otros –, llegó a proyectarse el pasado 16 de junio en la sede del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (NNUU), en Ginebra.
Una de las últimas proyecciones tuvo lugar la semana pasada otra vez en Barcelona. Con motivo de las fiestas mayores del barrio de Horta, la asociación Sahara Horta consiguió que constara, entre sus actos, el pase del documental en la antigua masía de Can Mariner, reconvertida en una biblioteca pública municipal.
Como en otras presentaciones del documental, su director participó en el cinefórum que se abrió después de la proyección y explicó que “Fusiles o pintadas” forma parte del proyecto Laonf, una campaña que tiene como objetivo trabajar con los jóvenes saharauis de los campamentos de refugiados, de la zona ocupada y de la diáspora para dar una respuesta alternativa no violenta al conflicto político del Sahara Occidental.
De hecho, “Laonf» [لا عنف] es una locución trascrita del árabe que significa “no violencia”.
Este pasado 6 de septiembre, se cumplieron 26 años desde que entrara en vigor el alto el fuego auspiciado por las Naciones Unidas en virtud de la resolución 690 (1991) del Consejo de Seguridad y que contemplaba la creación de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) y la celebración de dicho referéndum en enero de 1992.
Transcurrido más de un cuarto de siglo desde entonces, y después de 40 años de conflicto, los saharauis aún siguen esperando ese referéndum. La mayoría de ellos no ven otra alternativa que la vuelta a las armas, pues contemplan desesperanzados cómo el tiempo corre inexorablemente en favor de Marruecos mientras la comunidad internacional y, en especial, la ONU desoyen sus responsabilidades permitiendo también la violación sistemática de los derechos humanos de la población saharaui en el territorio ocupado.
Han pasado muchos años desde aquella firma de los acuerdos de paz de 1991, por lo que muchos saharauis han perdido la esperanza de que la ONU cumpla de una vez por todas su promesa y organice el referéndum de autodeterminación, un referéndum acordado por Marruecos y el Frente Polisario y por el cual se estableció en el territorio, en ese mismo año, la MINURSO, la única misión que NNUU tiene en el mundo que no cuenta, entre sus competencias, la vigilancia de los derechos humanos.
Ante este panorama, el pueblo saharaui está sumido en tal desesperanza que su hartazgo hace que repiquen, cada vez con más fuerza, los tambores de guerra.
No obstante, el movimiento de la lucha no violenta del pueblo saharaui es cada vez más visible gracias a que cada vez cuenta con más y mejores medios para proyectarse. Para ello, son imprescindibles las voces que nos llegan del territorio ocupado, un baluarte vigorizador para todos los saharauis.
Jordi Oriola ha centrado el documental en la lucha no violenta de estos activistas saharauis, y qué mejor forma de conocerla, que desde dentro. Y como tantos otros activistas extranjeros y periodistas que viajan hasta el Sahara ocupado, entró escondido y evitando en todo momento ser visto por las autoridades y las fuerzas de ocupación marroquíes. Sin moverse de algunas pocas casas saharauis, las entrevistas se registraron en ellas clandestinamente y procurando no llamar la atención nunca. No podía correr el riesgo de que lo echaran del Sahara sin haber realizado las entrevistas o, de haberlas podido grabar, que lo expulsaran sin dejárselas llevar consigo.
En “Fusiles o pintadas”, también son entrevistados activistas de los campamentos de refugiados y de la diáspora, como Hassana Aalia. Todos ellos sostienen que la lucha no violenta del pueblo saharaui está acorralando a Marruecos y que es la mejor opción para la lucha por la liberación del Sahara.
La lucha no violenta del pueblo saharaui ha existido siempre desde que empezó el conflicto y este documental da cuenta de ello con los testimonios de Fatimetu Dahwar, con 16 años encarcelada; Mohamed Daddach, con 25 años encarcelado; o el mismo Hmad Hamad, entre otros. Aminetu Haidar, incluso, pone como ejemplo las movilizaciones que se organizaban en la época de la colonia española, como la de Zembla, en El Aaiún, el 17 de junio de 1970, cuando el Sahara Occidental aún era la provincia 53 del Estado español. En aquella manifestación, una compañía de la Legión disolvió a tiros la concentración provocando más de una decena de muertos. Fue también el día en que Basiri fue detenido y hecho desaparecer días más tarde y para siempre en manos de los militares españoles.
Las movilizaciones pacíficas continuaron con la ocupación militar de Marruecos a pesar de la sangrienta represión del régimen de Hassan II. Pero el bloqueo informativo al que ha estado sometida siempre la población saharaui hacía muy difícil dar a conocer en el exterior lo que ocurría dentro del territorio ocupado. Si actualmente ya cuesta saber qué ocurre allí dentro, es difícil imaginarse el nivel de censura y aislamiento que sufrían los saharauis de la zona ocupada antes de la llegada de las nuevas tecnologías.
Y es precisamente con la llegada de Internet que esta lucha silenciada con bastante éxito durante décadas consiguió hacerse más visible fuera del Sahara Occidental. De repente, el pueblo saharaui conseguía burlar cada vez con más frecuencia el cerco informativo que imponía la ocupación marroquí. Cada vez eran más los que conseguían mandar al exterior una fotografía, una declaración, un vídeo desde el territorio ocupado aún sabiendo que les iba la vida – literalmente – el hacerlo. Actualmente, el flujo de información e imágenes desde allí es constante.
En “Fusiles o pintadas”, colabora un grupo de estos jóvenes activistas audiovisuales, Equipe Media, a quienes Jordi Oriola ha querido incluir en el documental para darles así también el reconocimiento que merecen por el excelente trabajo lleno de riesgos que, desde hace años, realiza el colectivo desde la clandestinidad. Con sus imágenes y la de otros muchos saharauis, conocemos mejor sobre la brutalidad de la represión perpetrada por el régimen marroquí sobre la población saharaui en la zona ocupada.
Video subido a YouTube del día de la visita de prensa estadounidense en la ciudad ocupada de El Aaiún, en el Sahara Occidental, el 22/11/2016.
Uno de los momentos más interesantes de “Fusiles o pintadas” es la conversación que entabla, en la jaima familiar, la activista saharaui Jadyuni Mohamed con su padre, un ex militar. Jadyuni es miembro de la asociación NOVA, un grupo de jóvenes activistas saharauis por los derechos humanos que defienden la estrategia de la “no violencia” como medio para conseguir la libertad del pueblo saharaui.
En esta conversación entre padre e hija, se dilucida una de las grandes controversias que se plantea actualmente el pueblo saharaui: seguir intentando una solución pactada dentro de las vías de la diplomacia, el diálogo y la negociación, o cumplir las amenazas con las que lleva advirtiendo el Polisario desde hace años y retomar las armas.
El padre de Jadyuni lo tiene claro: a quien ocupa tu territorio y lleva más de 40 años reprimiéndote, encarcelándote por años y utilizando la violencia sobre ti y los tuyos llegando, incluso, a matarte a familiares y amigos, a éste, no puedes tratarlo pacíficamente.
En muchas conversaciones con los saharauis, a uno se le caen los argumentarios ante planteamientos como los del padre de Jadyuni. Si intentas convencerles de la no violencia como método para la lucha del pueblo saharaui, te responderán que esta “no violencia” es la que se lleva aplicando desde el alto el fuego de 1991 y que, hasta ahora, no se ha conseguido un compromiso voluntarioso y serio por parte de las NNUU y la comunidad internacional en general. Sí que te reconocen que se han conseguido ganar algunas batallas diplomáticas, pero las consideran exiguas comparadas con las que consigue Marruecos, pues existe cierta connivencia hacia el reino alauita en sus tropelías por parte de las grandes potencias y, en consecuencia, de la ONU.
Algunos, incluso, sostienen que, cuando las negociaciones de paz, el Frente Polisario no debería haber dejado las armas. Contó una vez el amigo y coronel retirado Javier Perote que, cuando alguna vez comentó algo al respecto el historiador y también coronel Juan Ramón Diego Aguirre, ya fallecido, algunos compañeros activistas le preguntaron desconcertados: “Hombre, Juan Ramón, ¿cómo dices eso? ¿Cómo el Polisario no va a dejar las armas y sentarse a negociar?” “Sí, claro que tienen que sentarse a negociar – continuó el ex coronel –, pero manteniendo la guerra. En el momento de que afloje el Polisario, se van a aprovechar de los saharauis”. Y parece que así ha sido.
No es fácil encontrar una respuesta para todos estos saharauis desesperanzados después de estas cuatro décadas de ocupación y exilio.
Pero Jadyuni parece tener respuestas. Prueba de convencer a su padre y al resto de saharauis que piensan como él. También lo hacen el resto de activistas que se entrevistan en el documental. Están convencidos que, desde la no violencia, traerán una solución al conflicto.
“Fusiles o pintadas. La lucha noviolenta del pueblo saharaui” pretende dar voz a todos estos activistas que, como Jadyuni, apuestan por la no violencia y explican las alternativas que este movimiento plantea frente al conflicto.
El documental es altamente recomendable.
Mientras tanto, y en otro orden de cosas, nos llegan noticias preocupantes desde el Sahara Occidental. Por un lado, el ejército marroquí ha vuelto a desplegar sus tropas en El Guerguerat, al sur del territorio, reviviendo la escalada de tensión que, ahora hace un año, se respiraba en la región. El Frente Polisario, por su parte, ya ha enviado una unidad de fuerzas especiales a la zona.
Por otro lado, el pasado sábado se dispersaron los presos de Gdeim Izik siendo divididos entre sí y trasladados a diferentes cárceles del Reino de Marruecos con la única excepción del preso político Naama Asfari, a quien no movieron de la cárcel de Salé.
Según un comunicado de AFAPREDESA, la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis, estos presos políticos se encuentran dispersados en 6 prisiones distintas y, por tanto, a diferentes distancias de El Aaiún ocupado. Según este comunicado, el listado de este desplazamiento forzoso en las diferentes cárceles marroquíes es el siguiente:
1-Prisión El Aarjat, a 1320 km de El Aaiún: Naama Asfari
2-Prisión de Kenitra, a 1335 km: Abdallahi Lakhfaouni, Ahmed Sbai, Mohamed Bourial, El Housein Zaoui, Mohamed Elbachir Boutangiza y Abdallahi Abhah
3-Prisión Oukacha, en Casa Blanca, a 1200 km: Abdeljalil Laaroussi
4-Prison Tiflt, a 1346 km: Khadda Bachir, Hassan Dah, Brahim Ismaili, Chaikh Banga, Abdallahi Toubali, Khona Babit y Haddi MedLamine
5-Prisión Ait Melloul, a 600 km: Lafkir Med Mbarek, Mohamed Bani y Sidi Ahmed Lamjayed
6-Prisión Bouzakarine, a 460 km: Mohamed Tahlil
Los familiares de los presos políticos saharauis ya han emitido un comunicado en que condenan el desplazamiento forzoso que sufrieron sus seres queridos y piden que se abra una investigación internacional por los sufrimientos causados a los presos durante sus detenciones entre los cuales figuran las torturas, los malos tratos y la vulneración constante de sus derechos durante su cautiverio. Además, exigen su liberación de manera inmediata y que vuelvan cuanto antes a sus casas con sus familias en el Sahara Occidental.
Lamentablemente, una vez más sus peticiones caen en saco roto.
(*) Imagen de cabecera: detalle de un fotograma del documental Fusiles o pintadas. La lucha noviolenta del pueblo saharaui” , de Jordi Oriola / foto durante la proyección: @lluisrodricap