El 2016 también es un número redondo para el pueblo saharaui. Este año, que ya ha empezado con algunas sorpresas, es el del 40 aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Se cumplen 40 años de aquella noche de febrero de 1976 cuando, en las inmediaciones del pequeño poblado de Bir Lehlú, el Consejo Nacional Provisional Saharaui anunciaba el nacimiento de un Estado para todos los saharauis.
Desde entonces, han sido cuatro largas décadas de resoluciones incumplidas, campos de refugiados y una guerra de por medio. Ahora continuarán las negociaciones y habrá propuestas que sonarán a ultimátum, pues el Polisario es consciente de que, si persiste el inmovilismo, corre el riesgo de perder toda oportunidad. Pero las dos partes enfrentadas saben que las agendas internacionales no tienen, entre sus prioridades, el solucionar de una vez por todas este conflicto tan empantanado. A alguien le tocará explorar nuevas vías posibilistas en este año que empieza.
Han sido 40 años de reivindicación por el derecho de los saharauis a la libertad; 40 noviembres de manifestación en Madrid; 40 ediciones de la EUCOCO desde aquel tristemente célebre 1975. La historia del pueblo saharaui de estas últimas cuatro décadas está llena de tristes efemérides marcadas por la ocupación, la represión, el exilio, la guerra y la muerte.
Después de un 2015 lleno de luces y sombras, el Frente Polisario mantiene la expectativa ante los llamamientos a reactivar las negociaciones por parte del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien tiene previsto viajar pronto a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. La visita estaba prevista para ahora, en enero, pero, por alguna razón, se ha pospuesto para marzo. Empezamos bien… En cualquier caso, veremos si esfuerzos como este viaje del líder surcoreano se concretan en acción política y ayudan a contrarrestar los embates que los lobbies marroquíes arremeten contra los saharauis en la diplomacia internacional.
Unos días antes de la visita de Ban Ki-moon a Tinduf, concretamente el próximo 27 de febrero, el pueblo saharaui conmemorará con orgullo y dignidad que un día proclamó una República para todos los saharauis y que, al constituirse como Estado, ha podido tratar de tú a tú a Marruecos no sólo en el campo de batalla, sino también en las contiendas que se libran en las más altas instancias diplomáticas internacionales, como son las Naciones Unidas (NNUU) o la Unión Europea (UE).
Una de las últimas victorias a este último nivel tuvo lugar el mes pasado en el Tribunal Europeo de Justicia, que anuló el acuerdo comercial entre la UE y Marruecos porque el tratado extendía sus ventajas a productos provenientes del Sahara Occidental. La institución reprendió a los Estados miembros por no tener en cuenta, al firmar el acuerdo en 2012, “que la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sahara Occidental no está reconocida ni por la Unión Europea ni por sus Estados miembros ni, de manera más general, por la ONU”, y así lo estableció en el fallo.
También en el seno de la UE, el Parlamento Europeo (PE) aprobó, el 17 de diciembre en sesión plenaria en Estrasburgo, una importante moción propuesta por el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE / NGL) del PE sobre la vigilancia y protección de los derechos humanos en el Sahara Occidental. Después de un largo debate, el PE aprobó finalmente una moción en la que se exhortaba a las NNUU para que dotara a su Misión para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO) de un mecanismo para la vigilancia de los derechos humanos «al igual que todas las demás misiones de la ONU de mantenimiento de la paz en todo el mundo».
Estas significativas victorias vienen acompañadas por otros gestos que animan a la parte saharaui. La República de Panamá, por ejemplo, ha restablecido sus relaciones diplomáticas con la RASD, después de haberlas congelado el 20 de noviembre de 2013. Este restablecimiento de relaciones es simbólicamente importante, pues Panamá fue el primer país americano en reconocer a la RASD y el que alojó la que fue la primera embajada Saharaui en América, en 1980.
Las recientes muestras de apoyo para el pueblo saharaui a nivel internacional no acaban aquí. El Polisario también tiene puesta alguna esperanza en el Reino Unido. De todos es sabida la posición del Gobierno británico con respecto al conflicto, una posición que sigue siendo de vanguardia dentro del Grupo de Amigos del Sahara Occidental y que incluye, además del Reino Unido, a EEUU, Francia, Rusia y España, y que se basa sobretodo en dos cuestiones fundamentales: el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y los derechos humanos en los territorios ocupados.
No poco con esto, Marruecos observa con cierto estupor cómo se ha hecho con el liderazgo del laborismo británico Jeremy Corbyn, un acérrimo defensor de la causa saharaui que ha mostrado claramente su apoyo a la autodeterminación del pueblo saharaui y ha denunciando en reiteradas ocasiones las violaciones a los derechos humanos en las zonas ocupadas del Sahara Occidental y la ilegal explotación de los recursos naturales por parte de Marruecos. También ha criticado los ilegales tratados comerciales firmados por la Unión Europea y Marruecos por incluir el territorio no autónomo del Sahara Occidental.
Pero el Polisario sabe que es un camino difícil y que Marruecos no cejará en su empeño de que ningún Estado europeo reconozca a la RASD. Hasta ahora, quien ha estado siempre más cerca de conseguirlo dentro de la Unión ha sido Suecia. De hecho, el Riskdag, el parlamento sueco, ya aprobó, en 2012, una resolución en la que instaba a su Gobierno a reconocer “cuanto antes” como Estado a la RASD. En aquel entonces, los socialdemócratas estaban en la oposición y votaron a favor de la moción y de trabajar para lograr ese objetivo incluso en el seno de la UE. Ahora están en el Gobierno y reciben las intensas presiones del majzen, que, ante la pretensión manifiesta de Suecia de reconocer como Estado independiente al Sahara Occidental, teme que pudieran sumarse otros países escandinavos.
La eficacia de la presión en favor de Marruecos viene explicada también por otros apoyos tradicionales como pueden ser la incondicional Francia, con el peso que tiene en la UE, o incluso las monarquías del Golfo. Pero lo cierto es que el tiempo corre en favor de Marruecos. Mientras tanto, Hassanna Aalia lleva un año con el asilo denegado por el Gobierno español a la espera del pronunciamiento de la Audiencia Nacional; Takbar Haddi continúa exigiendo conocer las circunstancias del asesinato de su hijo Haidala; las condenas siguen superponiéndose unas a otras en los territorios ocupados incluso en un mismo condenado, como es el caso de Mohamed Banbari, cuyo estado de salud fue deteriorándose a causa de la huelga de hambre, reflejo de la situación de los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes; etc. A todo esto, y mientras los campamentos de refugiados saharauis han cumplido 40 años desde su creación en la hamada de Tinduf, la ONU se limita a prorrogar, año tras año, la MINURSO sin que ésta cumpla su cometido para el cual fue creada – un referéndum de autodeterminación para el Sahara Occidental – ni incluya la vigilancia de los derechos humanos en la zona ocupada dentro de sus competencias.
Por eso son tan importantes y necesarias las campañas que impulsan diferentes entidades en todo el mundo, como los Comités Suizos de Apoyo al Pueblo Saharaui que, como anunciaron en la pasada edición de la EUCCOCO, impulsan una recogida de firmas, hasta el 15 de agosto de 2016, con el fin de pedir al Consejo de Seguridad de la ONU organizar, antes del finales de 2017, un referéndum de autodeterminación para la población saharaui siguiendo las reglas del plan de paz de 1991.
El pueblo saharaui debe ser capaz de disfrutar plenamente de su derecho a disponer de sí mismo, tal y como establece la Carta de las Naciones Unidas. Pero está acostumbrado a los vaivenes diplomáticos. Aún así, la falta de apoyos no es lo que más le duele al pueblo saharaui. Tampoco lo es la falta de recursos ni las dificultades que se pueda encontrar en su camino hacia la libertad. Tal y como dijo Sid Ahmed Baba el pasado diciembre en el Festival de Cinema i Drets Humans, en los cines Girona, en Barcelona, lo que más les duele a los saharauis es el silencio. Y es que ese silencio respecto al conflicto del Sahara Occidental en los medios de comunicación se traduce a un silencio en las agendas de la política internacional.
El pueblo saharaui, en sus más de 40 años de lucha, no ha dejado de observar cómo algo tan sencillo como hacer cumplir el derecho internacional choca contra un muro que se llama Marruecos reacio a cualquier exigencia del cumplimiento de la legalidad, y la inacción de la comunidad internacional es un mensaje para el régimen de Mohamed VI que le dice que puede seguir actuando de forma impune en los territorios ocupados.
Quizá estemos llevando al pueblo saharaui a un callejón sin salida para el cual se verá obligado a buscar su propia solución y, como apuntó recientemente el ex eurodiputado y dirigente de Izquierda Unida, Willy Meyer, “nadie podrá hacer responsable al pueblo saharaui y a su legítimo representante, el Frente Polisario, si se ven obligados a tomar la decisión de volver a las armas para defender sus derechos y su libertad”.
(*) Foto de cabecera: saharauis en el campamento de Dajla durante la edición del FiSahara de 2011 / foto: @lluisrodricap