Entrevista a Abidin Bucharaya, delegado del Frente Polisario en Cataluña

2023 nos ha dejado un nuevo gobierno de Pedro Sánchez en coalición con Sumar, una formación que, en sus filas, cuenta con Tesh Sidi, la primera diputada de origen saharaui. Pero parece que el posicionamiento de Sánchez sobre la cuestión del Sáhara no va a variar, mientras observamos que, por otro lado, sí reclama, en los foros internacionales, el reconocimiento del Estado palestino. Este año que ha terminado también nos ha traído la barbarie sobre Gaza y una muestra más de la inoperancia de la ONU a la hora de gestionar los conflictos. Sin embargo, también ha dejado más esperanza a los saharauis y alguna que otra batalla más ganada por la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en las altas instancias jurídicas y diplomáticas internacionales. Pero, ¿qué le depara al pueblo saharaui este 2024? Hablamos de todo ello con Abidin Bucharaya, delegado del Frente Polisario en Cataluña. Esta es, a continuación, la entrevista.

– Es difícil empezar esta entrevista sin comentar primero lo que está ocurriendo en Palestina, y más cuando el conflicto palestino y el del Sáhara Occidental son dos casos muy similares de ocupación: en el primero, la potencia ocupante es Marruecos y, en el otro, lo es Israel. ¿Qué opina de la barbarie sionista sobre la Franja de Gaza?

En calidad de representante del Frente Polisario, quisiera mostrar nuestra solidaridad y nuestro compromiso con nuestros hermanos palestinos. Creemos que lo que está intentando Israel es llevar a cabo un genocidio contra toda una población. Por eso es tan necesario que la comunidad internacional en su conjunto aplique el derecho internacional, sea ahora en Palestina, en el Sáhara Occidental o con cualquier otro conflicto.

Abidin Bucharaya, delegado del Frente Polisario en Catalunya / Foto: @lluisrodricap

– En marzo de 2022, vimos cómo el Gobierno español se posicionaba del lado de Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental al apoyar públicamente una autonomía marroquí para el territorio saharaui. ¿Le sorprende la posición proactiva del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en defensa de la creación de un Estado palestino cuando le niega al pueblo saharaui el derecho a la autodeterminación?

En realidad, este es el reflejo de la doble vara que hay para medir en los conflictos. Los saharauis somos partidarios de que todos ellos se deben solucionar a través del diálogo y la aplicación del derecho internacional. Por tanto, el posicionamiento del Gobierno de España no cambia la naturaleza del conflicto en sí porque este sigue sometido a un proceso de descolonización. El pueblo saharaui es el dueño legítimo de la soberanía del Sáhara Occidental y es también quien debe decidir en qué estatus debe quedar el territorio. Es por eso que creemos que el posicionamiento del Gobierno español no hace más que prolongar la tragedia humana en la que viven los refugiados saharauis.

Con respecto a lo contradictorio en el posicionamiento de Sánchez frente a ambos conflictos, el palestino y el saharaui, los saharauis sabemos que las democracias occidentales, y sobre todo sus dirigentes, viven muchas veces de este tipo de contradicciones. En realidad, el palestino y el saharaui son dos casos similares de ocupación y ambos están sometidos al principio de descolonización. En el caso de los saharauis, no nos han dejado ninguna otra opción salvo la de una nueva guerra, la segunda, cuando nosotros creemos que siempre es mejor fabricar urnas que armas. Y no sólo en el conflicto saharaui, sino en todos los conflictos. Pero, desgraciadamente, los intereses geoestratégicos en el actual orden internacional se sobreponen a la legitimidad del pueblo saharaui y al derecho internacional. Por su parte, las Naciones Unidas no están cumpliendo, una vez más, con el papel que les corresponde. 

– ¿Le sorprendió este cambio de posicionamiento de Sánchez sobre todo después de acoger en territorio español al presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Gali, cuando este estaba enfermo de COVID-19 en abril de 2021?

Durante la pandemia, la mayoría de jefes de gobierno tuvieron la suerte y la posibilidad de tener medios para combatir la COVID-19 si resultaban infectados. El problema en el caso del presidente de nuestra república es que, desde los campamentos de refugiados saharauis, tuvo que venir a España a tratarse, pero no se le debe dar ninguna otra lectura más allá de la que el Estado español tiene el deber de prestar asistencia no solo al presidente de la RASD, sino a todos los saharauis porque, según la legislación internacional, España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental y, por tanto, tiene responsabilidades con la población del territorio. Por tanto, no debe ser llamativo que el presidente Gali o cualquier otro saharaui venga a buscar tratamiento a este país.

– En aquella ocasión, la reacción de Marruecos fue la de provocar problemas en la frontera hispano-marroquí. De esta manera, el 17 de mayo de 2021, las autoridades marroquíes permitieron el paso de forma masiva a Ceuta, es decir, a territorio español, de una avalancha, en plena pandemia del COVID-19, de ocho a diez mil personas entre las que se contaban unos mil quinientos menores de edad. No todos los que cruzaron la frontera ilegalmente eran ciudadanos marroquíes, sino que había también algunos subsaharianos. Respecto a los flujos migratorios en la frontera sur española, ¿qué opinión le merecen los chantajes de Marruecos en materia de inmigración? ¿Tiene constancia de otro tipo de chantajes desde Rabat al Estado español?

Quien realmente debe valorar, aceptar o rechazar estos chantajes es el Gobierno de España, no los saharauis. Pero a nuestro juicio, el hacer cruzar la frontera a tantos miles de personas de aquella forma en plena pandemia fue una reacción que no aportó ningún beneficio a la estabilidad del norte de África. Pero es que muchas veces no entendemos las relaciones hispano-marroquíes. Siempre que hemos tenido oportunidad de hablar con los dirigentes españoles, los saharauis les hemos recomendado que mantengan unas buenas relaciones con Marruecos, pues es un país vecino y gestionan conjuntamente una frontera, pero también les recomendamos que lo hagan con una relación de equilibrio entre las dos partes.

Marruecos es un país que no tiene mucho compromiso con la democracia y el respeto a los derechos humanos1, pero tampoco lo tiene con el respeto a las fronteras internacionalmente reconocidas. De hecho, es el único país en el norte de África que ha mantenido y mantiene conflictos territoriales con todos los países vecinos: ha intentado invadir Argelia provocando la Guerra de las Arenas de 1963; ha estado 7 años sin reconocer a Mauritania como Estado soberano estando este país con su bandera en las Naciones Unidas como un miembro más de la comunidad internacional; ha invadido y ocupado el Sáhara Occidental; está reivindicando Ceuta y Melilla… Por los hechos, estamos convencidos de que Marruecos no tiene una brújula que lo oriente hacia donde están sus fronteras reales. Y en cuanto a los problemas migratorios en la frontera sur española, personalmente no entiendo cómo es posible que sigan existiendo cuando la Unión Europea y España están pagando a Marruecos tantos millones de dólares. Está claro que el Gobierno marroquí está implicado en este tipo de problemas, como lo está también en el tráfico de hachís.  

Cartel de la sede de la delegación del Frente Polisario en Cataluña / Foto: @lluisrodricap

– En el nuevo acuerdo de la coalición entre el PSOE y Sumar, ha vuelto a quedar fuera la cuestión del Sáhara Occidental a pesar de tener, por primera vez en el Congreso de los Diputados, una diputada, Tesh Sidi, de origen saharaui y que, además, pertenece a una de estas dos formaciones de gobierno. ¿Espera algo positivo de este ejecutivo en lo relativo al conflicto del Sáhara Occidental en esta XV legislatura?

Nosotros tenemos la esperanza de que, después de cuarenta años de democracia española, el Gobierno de España termine por tomar la decisión que le corresponde independientemente del color de los partidos políticos que estén en ese gobierno cuando se dé esa circunstancia. El Estado español debe jugar un papel determinante en la resolución del conflicto al ser, como he dicho antes, la potencia administradora del territorio del Sáhara Occidental. Pero los saharauis tenemos una relación de amor y odio por este país. De amor, porque la mayoría de la sociedad civil española se muestra favorable al derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y existe en ella un fuerte movimiento de solidaridad con los saharauis. Y de odio, porque no encontramos que este Gobierno ni los anteriores, ni posiblemente los futuros, apliquen las resoluciones internacionales que reconocen los derechos del pueblo saharaui, unas resoluciones que no están siendo cuestionadas prácticamente por nadie. Al contrario, lo que tenemos hasta la fecha es un plan de paz con el que nos prometieron la celebración de un referéndum en 1992, una consulta que no se ha llevado a cabo por la intransigencia de Marruecos y la complicidad de algunos países, entre ellos España y Francia, con la monarquía alauita.

– Entonces, ¿no va a servir de nada que la diputada Tesh Sidi forme parte de uno de los dos partidos de gobierno?

Es una ciudadana española y, como tal, es libre de militar en la fuerza política que ella quiera. Pero nosotros creemos que, mientras España siga aceptando el chantaje de Marruecos, mientras no lleguen cirujanos valientes que operen este apéndice que hay en las relaciones hispano-marroquíes, seguiremos seguramente en la misma dinámica.

¿Cómo valora que el Gobierno español justifique la denegación de renovación de la residencia a la activista saharaui Aminetu Haidar por «incumplir los requisitos»?

No tengo todos los detalles de este expediente y, por tanto, no le puedo decir si hay intencionalidad o no en la decisión de retirar la residencia a Aminetu Haidar. Sinceramente, no sé por qué se ha tomado esta decisión, pero alguna razón habrá. Pero seguro que detrás de esto está Marruecos. Estoy totalmente convencido de ello.

– ¿Cómo está actualmente la situación en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf?

La pandemia por la COVID-19 ha dejado sus secuelas y se han visto afectados tanto los proyectos de cooperación en los campamentos de refugiados saharauis como la ayuda humanitaria. Por su parte, las grandes agencias humanitarias han aplicado recortes que han supuesto una disminución de recursos en salud, en educación y, sobre todo, en la canasta alimentaria. Además, esta segunda guerra que se nos impone es un factor desestabilizador que ha generado más necesidades todavía entre los refugiados saharauis. Sin embargo, el Frente Polisario, a través de las propias instituciones saharauis, como es la Media Luna Roja Saharaui, está tratando de mitigar estos desajustes en el día a día de la población de los campamentos.

– Esta segunda guerra que menciona hace ahora ya más de tres años que enfrenta al Frente Polisario con Marruecos después de que, en noviembre de 2020, este rompiera el alto el fuego vigente desde 1991. Tras tres largas décadas intentado la paz, ¿qué ha fallado para que hayan vuelto a hablar las armas?

La primera guerra duró 16 años. Concretamente, desde 1975 hasta el alto el fuego de 1991. En el plan de paz, estaba previsto un referéndum para 1992. Pero el referéndum no se llegó a celebrar y hemos vivido un plan de paz durante 29 años. Es un proceso en el que han pasado tres o cuatro secretarios generales de la ONU, 16 representantes especiales de estos secretarios generales y 6 enviados especiales más. Mientras tanto, los saharauis hemos estado 29 años administrando oxígeno a este plan de paz para que no caiga en saco roto, pues Marruecos ha estado obstaculizando el proceso continuamente para no hacerlo avanzar. Pero después de 29 años, y quizás debido al cansancio y la desilusión hacia las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad, hubo población civil saharaui en El Guerguerat que, en 2020 y por decisión propia, trató de bloquear una vía que utiliza Marruecos para llevarse recursos naturales del Sáhara Occidental y comercializarlos en el África subsahariana. Marruecos había convertido El Guerguerat en un enclave fronterizo, cuando solo era un punto en el mapa entre el Sáhara ocupado y el territorio controlado por el Frente Polisario. Pero el Frente Polisario supo que tropas marroquíes se disponían a atacar a esta población civil que protestaba por el expolio de los recursos naturales de su país y advirtió al secretario general de la ONU diciéndole que se estaba produciendo un movimiento militar en la zona y que Marruecos estaba violando el alto el fuego. Tras la experiencia del campamento de Gdeim Izik en 2010, en el Sáhara ocupado, en cuyo desmantelamiento se utilizó fuego real y murieron varios saharauis – algunos de los organizadores del campamento están actualmente pagando penas de 25 o 30 años de prisión o de cadena perpetua –, se valoró la posibilidad de que Marruecos podía actuar de la misma forma en El Guerguerat. Afortunadamente, el Frente Polisario se adelantó y, en el momento en que las tropas marroquíes salieron a atacar otra vez de modo agresivo y con armamento a los civiles que protestaban, las tropas saharauis pudieron llegar a tiempo para evacuar a estos civiles y trasladarlos a un lugar seguro. En ese momento, y estando en su legítimo derecho, el Frente Polisario decide no seguir participando en el alto el fuego roto por Marruecos.  

Se hace la lectura de que el conflicto del Sáhara es un conflicto que no desestabiliza la economía de nadie y es catalogado como de baja intensidad. Mientras tanto, parece que la comunidad internacional hace el juego a Marruecos segura de que, con el tiempo, los saharauis se cansarán y volverán a sus casas. Y ese es un cálculo del todo erróneo. Después de casi cincuenta años, el pueblo saharaui sigue existiendo, somos un factor de paz y estabilidad en la región y nuestra república está reconocida como Estado por más de 80 países, sobre todo en África y Latinoamérica.

Mapa del Sáhara Occidental en el que se puede observar la ubicación del enclave de El Guerguerat en el extremo sur del territorio / Fuente: elaboración propia

– ¿Qué opinión le merece la ONU respecto al conflicto del Sáhara Occidental?

Varios enviados especiales del secretario general de la ONU han manifestado públicamente, y después de dejar el cargo, que, a los saharauis, nos asiste el derecho internacional pero que el Consejo de Seguridad y, en concreto, los miembros que tienen derecho a veto en él no tienen suficiente interés en la resolución del conflicto y que son incapaces de aplicar el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. Este capítulo de la carta fundacional de la ONU establece la posibilidad de imponer por la fuerza una solución aprobada en su día por el Consejo de Seguridad, como fue, en el caso del Sáhara, el plan de paz acordado y firmado por las dos partes. Pero ya sabemos qué problemas plantea el propio funcionamiento de la ONU, no ya vinculándolo al Sáhara Occidental, sino a la comunidad internacional en su conjunto. La organización se creó en 1945: quizá vaya siendo hora de cambiar algunas cosas. Pero esto depende de todos los países.

– Podemos constatar que, en el mundo árabe, la causa palestina despierta muchos apoyos entre los diferentes gobiernos y en las poblaciones de sus respectivos países, pero observamos que, en cambio, no ocurre lo mismo con la causa saharaui. ¿Por qué no recibe la misma crítica Marruecos por la ocupación ilegal del Sáhara Occidental que Israel por la ocupación sobre Palestina? ¿Cree que tiene que ver que, en un caso, la fuerza ocupante es el Estado sionista y, en cambio, en el otro, es otro país musulmán?

El conflicto del Sáhara es conocido en la comunidad internacional en general, pero la mayoría de países árabes son monarquías, como Marruecos, o están gobernados por regímenes totalitarios que creen que la lucha de los pueblos pone en riesgo la propia existencia de estos gobiernos. Creo que el problema va más en esta dirección. Nuestra república, por ejemplo, no es miembro de la Liga Árabe, cuando los saharauis somos árabes. Pero, en cambio, hay otros países árabes más favorables a los derechos de los pueblos y han estado apoyando la causa saharaui, como son Argelia, Libia en su día o Mauritania.

– Primero la crisis económica y luego la pandemia de la COVID-19 hicieron mucho daño a Vacaciones en Paz, el programa con el que miles de niños han ido viniendo ininterrumpidamente cada año desde 1979 – a excepción de 2020 y 2021 por la pandemia – para pasar los meses del verano acogidos en familias por todo el Estado español, aunque hay casos también de familias acogedoras en otros países como Francia, Italia, Austria, Alemania o EE. UU. Actualmente, ¿qué cantidad de niños vienen cada año en verano?

Están viniendo unos cuatro mil niños cada verano, aunque en su día llegaron a ser once mil. El proyecto de Vacaciones en Paz en sumamente interesante y creemos que es un gran acierto para luchar por la soberanía saharaui en el sentido de que hemos conseguido que tres generaciones tengan una visión enorme de lo que es la tolerancia. España es la base de la solidaridad con el pueblo saharaui gracias a la sociedad civil y los niños saharauis llegan aquí, conviven con familias catalanas en este caso y se van concienciando de que uno aquí es blanco, puede tener ojos azules, no habla árabe y no es musulmán, pero sí que es una persona que les está dando mucho calor humano y mucho cariño. En estos últimos años, afortunadamente no hemos llegado a ese punto en que los niños no pueden venir en verano, pero sí que es verdad que ha habido un bajón. Pero estos dos últimos veranos tras la pandemia por la COVID-19, hemos conseguido que la solidaridad española en general y el Polisario hayan vuelto a reactivar con éxito este programa, del que digo que el objetivo más importante no es que los niños vengan y tengan asistencia especializada en sus eventuales patologías, sino que vivan esa tolerancia y tengan esa convivencia durante dos meses cada año. Creo que son los únicos niños del mundo que tienen la oportunidad de decir mis papás de Cataluña y mis papás del Sáhara. Ahí ha nacido un tejido social que estará siempre exento de cualquier coyuntura política. Si, por ejemplo, mañana nos independizamos y volvemos a nuestro país, o nuestro gobierno decide romper relaciones con España, esta otra relación de la que te hablo es imposible borrarla. Va a permanecer ahí siempre, eternamente.

Abidin Bucharaya, delegado del Frente Polisario en Catalunya, en un momento de la entrevista / Foto: @lluisrodricap

– Muy pronto, en marzo, los tribunales de la Unión Europea fallaran sobre los derechos del pueblo saharaui a disponer de los recursos naturales del Sáhara Occidental. ¿Qué esperan concretamente los saharauis de las sentencias de estos tribunales europeos?

Al menos, la Unión Europea y los gobiernos occidentales que negocian con el gobierno marroquí tendrán claro que, para la propia corte de justicia europea, Marruecos y el Sáhara Occidental son dos territorios diferentes, aunque hay países, como España, que no quieren verlo así. Pero esta sentencia va a reforzar la idea de que todavía hay esperanza de no perder toda la justicia en su conjunto.

– La administración Biden no ha revertido la decisión de Trump de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, pero tampoco la ha reafirmado. A la espera de los resultados en las elecciones presidenciales en EE. UU. este próximo noviembre, ¿teme que la política exterior estadounidense vuelva a abandonar la senda del derecho internacional en el caso del conflicto del Sáhara?  

Hay un tema que los saharauis tenemos claro y es que, independientemente de que la administración americana, el actual inquilino en La Moncloa o el presidente de Francia intenten omitir el derecho internacional que asiste al pueblo saharaui, los saharauis nunca vamos a renunciar a él. La decisión de Trump fue un cambio de cromos: yo te reconozco la soberanía marroquí sobre el Sáhara y tú, Marruecos, tienes que reconocer a Israel. En cuanto a lo de Sánchez, creo que fue una decisión personal, o al menos quiero verlo así, aunque no sé a cambio de qué tomó esa decisión. Pero hay un problema que muchos amigos de Marruecos no entienden, o no quieren entender, y es la cuestión de la soberanía. Ni Trump ni Sánchez no pueden ofrecer la soberanía del Sáhara Occidental porque no es suya, no les pertenece. Así que deben resolver primero esta cuestión y tenerla muy clara. Y lo que todo el mundo tiene que tener claro también es que los saharauis estamos dispuestos a morir de forma individual o colectiva por nuestro proyecto nacional y, si hemos resistido cincuenta años, hoy tenemos más medios, una buena moral y energía suficiente como para resistir otros cincuenta años más. Quizá mi generación no consiga nuestro propósito, pero hay un aspecto sumamente tranquilizante para nosotros y es que los que son jóvenes ahora, incluso los que no vivieron la primera guerra, siguen exigiendo lo que exigimos los que no somos tan jóvenes. No se ha producido una ruptura generacional en este sentido y eso estimula a seguir resistiendo. Entonces, tengo la convicción de que este conflicto no va a durar más de lo que ha durado y de que finalmente la política es la ciencia en la que todo cabe. Nadie esperaba tampoco, por ejemplo, el escenario que está viviendo este país y ahí tienes a Pedro Sánchez de nuevo en La Moncloa. Por tanto, seguramente más pronto que tarde habrá cambios en la cuestión saharaui y los cambios serán para que los saharauis nos instalemos de nuevo en nuestro territorio. Estoy convencido de ello.

En cuanto a la administración Biden, ha tenido y tiene contactos con la parte saharaui. Ha habido visitas de altos cargos estadounidenses al territorio, a los campamentos saharauis, y que no hayan dicho nada públicamente de su posicionamiento sobre la decisión de Trump no significa que no se haya estado trabajando al respecto.

– Para finalizar, ¿qué más espera de este 2024 que comienza?

Yo espero que el 2024 sea un año de paz, estabilidad y de progreso para todos los pueblos. Ojalá en este nuevo año, caminemos todos juntos, saharauis, marroquíes y demás, hacia un respeto recíproco y hacia el desarrollo y la estabilidad de los pueblos, que muchas veces no tienen culpa de las decisiones que toman sus gobiernos. En cuanto a nuestra lucha, se puede perder alguna batalla, pero no la guerra. Y ahí estamos los saharauis: dando la batalla en esa lucha para ganar la guerra.

1 Como cuando se pone al lobo a guardar las ovejas, Marruecos ha sido elegido, este pasado 10 de enero y en una polémica votación, para que presida este año 2024 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

(*) Foto de cabecera: Abidin Bucharaya, delegado del Frente Polisario en Catalunya / Foto: @lluisrodricap

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